Dicho motivo tiene larga tradición en la arquitectura medieval europea. Por poner solo un ejemplo más o menos remoto, aquí tenemos el Monasterio del Santo Spirito en Agrigento, en el sur de Sicilia, fundado en 1299.
Obviamente también es común en la Corona de Castilla. Podemos fijarnos en la portada septentrional de la iglesia del célebre Monasterio de Las Huelgas de Burgos, que según las últimas investigaciones se va levantando durante el siglo XIII de manera paralela a la soberbia catedral de la misma ciudad. En este ejemplo, como en Agrigento, el motivo que nos ocupa aparece asociado con otro elemento decorativo muy habitual que también encontraremos en Andalucía: las líneas de puntas de diamante, aunque diminutas en ambos casos.
Otra aparición, entre muchas que realizan los dientes de sierra, la tenemos en los arcos de embocadura de la capilla mayor y las colaterales del Monasterio de San Francisco de Palencia. La comunidad franciscana traslada el culto en esta iglesia en 1246, aunque Rafael Martínez (La arquitectura gótica en Palencia, 1989) apunta la posibilidad de que toda la cabecera fuera reformada en el XIV.
En Andalucía podemos encontrar con frecuencia dientes de sierra en los templos cordobeses y sevillanos que se levantan tras la conquista cristiana, bien en las bóvedas, bien en las portadas. Este último es el caso de la occidental de la desaparecida parroquia de Santa Lucía en Sevilla, hoy trasladada a Santa Catalina. Ha sido datada por Rafael Cómez (La portada de la iglesia de santa Lucía en Sevilla, 1990) en el reinado de Sancho IV.
En la fotografía siguiente podemos ver cómo está diseñado el motivo. El baquetón que forma los dientes de sierra no se limita a hacer un zigzag: realiza un ángulo agudo (aquí de algo más de 60 grados, en otros caso será más estrecho) en el vértice de cada diente, pero en la base se abre en dos ángulos obtusos para seguir muy brevemente el recorrido del arco, de tal modo que cada uno de los dientes quede claramente individualizado, es decir, separado de los que le flanquean. Este modelo es el que se va a extender por Andalucía, y se diferencia con claridad del que vimos más arriba: en aquél, el baquetón se limitaba a girar siempre en ángulos agudos, trazando triángulos yuxtapuestos.
También es interesante reparar en cómo una suave moldura dentada bordea los dientes de sierra por su parte inferior, entrando ligeramente en el interior de cada uno de ellos. Lo mismo ocurre, por ejemplo, en portadas de las parroquias hispalenses como las de San Julián, Santa Ana o Santa Marina, todas ellas de fechas relativamente tempranas. Podemos acercarnos a la última de las citadas y reparar en cómo en todos estos casos sevillanos hay una arquivolta exterior de puntas de diamante.
El juego de luces y sombras de la fotografía superior permite apreciar que los dientes de sierra se encuentran “calados”, recortándose sobre el molduraje de las arquivoltas. El mismo esquema sigue este motivo en la fachada meridional de la parroquia de San Isidoro, aunque aquí el esquema de la portada es diferente, recordando al de la parroquia trianera de Santa Ana.
Antes de abandonar Sevilla podemos citar los dientes de sierra que aparece revistiendo los nervios de los arcos fajones del tramo central de la iglesia del Monasterio de la Cartuja, un templo de la primera mitad del XV que guarda mucha más relación con el círculo jerezano de la que aparenta.
En las portadas de Córdoba los dientes de sierra pueden aparecer diseñados de manera algo diferente. Véase la fachada principal de La Magdalena, una de los templos más antiguos de la serie cordobesa, donde el ángulo superior de los dientes se hace más amplio haciendo que estos cobren mayor anchura en su base.
El mismo motivo aparece en la portada meridional del citado templo cordobés, limitado aquí a un simple baquetón zigzagueante, siempre girando en ángulos de unos 60 grados, y por tanto sin individualización de cada uno de los dientes. Aquí no se ha jugado con el molduraje de las arquivoltas para crear efectos de claroscuro con los “dientes calados”. Muy interesante, en otro orden de cosas, el alfiz que enmarca la portada, rasgo mudéjar a pesar de que este está realizado con puntas de diamante de tradición cristiana.
Es interesante comprobar que mientras en Sevilla los dientes de sierran aparecen en la arquivolta más externa y enmarcados por una serie de puntas de diamante, en Córdoba lo hacen en la arquivolta más interna y sin este último motivo. La portada principal de San Lorenzo, templo que Mª Ángeles Jordano (Arquitectura medieval cristiana en Córdoba, 1996) data ya en el XIV, sería otro ejemplo.
Dientes de sierra y puntas de diamante se unen, sin embargo, para enmarcar el arco toral del mismo templo. Puede observarse que los dientes aquí están claramente separados entre sí y que el ángulo de su vértice se ha estrechado algo con respecto a los de la portada, donde por cierto el zigzag es continuo, sin separación entre los dientes; en el arco toral sí que están individualizados.
El espléndido conjunto pictórico del presbiterio de San Lorenzo puede hacer que los dientes de sierra del nervio de espinazo –los hay también en la cabecera de la nave del Evangelio– resulten inadvertidos.
Similar posición, revistiendo el espinazo que une las claves de la bóveda, ofrecen los dientes de sierra en la interesantísima Capilla de San Bartolomé, un recinto de estructura gótica revestido interiormente de muy atractiva ornamentación mudéjar.
Su portada, que algunos han querido relacionar con la que hubo en el muro septentrional de San Dionisio de Jerez (literalmente destruida en la última restauración), ofrece de nuevo el motivo que nos interesa, pero tratado como un mero baquetón en zigzag, siempre en ángulos agudos y sin separación entre los dientes. El ángulo de los vértices se ha estrechado con respecto a las portadas de La Magdalena y San Lorenzo, por lo que el número de dientes en torno a la rosca del arco es mayor. Como en la portada meridional de La Magdalena, se ha prescindido del efecto “calado” y de los subsiguientes claroscuros: el zigzag se recorta directamente sobre una base plana.
Sin pretensión de exhaustividad, debemos hacer una parada en la parroquia cordobesa de San Miguel. En ella, además de aparecen en el arco toral, los dientes de sierra revisten todas las nervaduras de la capilla mayor (no así la que remata la nave de la Epístola, probablemente anterior en el tiempo). Obsérvese –dentro de lo que permite la resolución de la fotografía– que de la base en la que reposan los nervios surgen unas pequeñas muescas que entran en cada uno de los dientes, pero sin que exista contacto directo entre la base y el diente: entre ambas partes hay un surco que crea un fuerte efecto de claroscuro. Lamento no tener una imagen más detallada.
Estamos hablando ya de la segunda mitad del XIV, momento al que también pertenece la obra cordobesa que, en principio, más anticipa visualmente a Jerez, y de manera más concreta a San Juan de los Caballeros: el presbiterio de la Real Colegiata de San Hipólito, de nuevo con todos sus nervios ornados con el motivo que nos ocupa.
Si nos acercamos un poco, comprobamos que aquí no se aprecian las muescas que en San Miguel entraban en cada uno de los dientes.
Nos quedamos en la misma época pero nos movemos a tierras onubenses para acercarnos al Convento de Santa Clara de Moguer, cuya interesante iglesia de tres naves completamente abovedadas se levanta en la segunda mitad del XIV. Aquí los dientes de sierra aparecen ornando el nervio de espinazo que une longitudinalmente las claves de las bóvedas de la nave central, aunque solo en sus tres primeros tramos.
Finalizamos la primera parte de este recorrido con la Torre de Boabdil en Porcuna, levantada entre 1411 y 1435 por la Orden de Calatrava en un aparejo que combina de manera irregular, como los templos medievales de Córdoba y de Jerez, soga y tizón. De las dos grandes estancias interiores, la inferior se cubre con una bóveda de crucería cuyos ocho nervios se encuentran revestidos de nuestros queridos dientes de sierra.
Aquí la separación entre cada uno de los dientes es mayor de lo acostumbrado en Córdoba, circunstancia que se repite en Jerez por las mismas fechas. Aparece asimismo la moldura dentada en la base de los dientes de sierra, entrando ligeramente en cada uno de ellos, que ya vimos en las portadas sevillanas; la encontraremos también en algunos templos jerezanos.
Y aquí lo dejamos de momento, porque resulta incómodo colocar en una sola entrada tantas fotografías muy pesadas en lo que al número de megas se refiere. Continuará…