sábado, 13 de septiembre de 2025

Jerez, tenemos un problema

Jerez, we have a problem. Y uno muy serio: el tremendo daño que a la investigación histórica le está haciendo quien se dedica a lanzar a diestro y siniestro teorías que entran en abierta contradicción con las fuentes disponibles, sean estas de carácter literario, gráfico, arqueológico o numismático. Está muy bien renovar el panorama con propuestas arriesgadas, pero las hipótesis que se lancen deben ser plausibles. Mirar hacia otro lado sabiendo que hay testimonios que desmontan lo que se afirma demuestra no solo escaso respeto por el método histórico, sino una total falta de escrúpulos a la hora de "hacer trampa" para llamar la atención y pasar por un valiente que hace "grandes descubrimientos" donde los demás se han quedado supuestamente anquilosados.

Todo esto no iría a más, y quedaría simplemente como perfecto ejemplo de mala praxis, si no fuera porque se hace desde una posición de poder en el mundillo de la investigación, de respeto y comprensión por parte de ciertas instituciones que abren sus puertas sin filtrado previo y, lo peor de todo, de apoyo por parte de un pequeño pero poderoso grupo de coleguitas que también tienen capacidad de mando en sus respectivos terrenos.

¿Soluciones? Ninguna. Replicar científicamente no sirve de nada, porque no se puede jugar a las cartas con un tahúr profesional: este siempre hará trampas ocultando las evidencias que contradicen sus planteamientos y sacando cartas que no pertenecen a la baraja, sino que estaban debajo de la mesa. Insisto, no puede haber debate serio con quien no es serio. Además, siempre tendrán la oportunidad de replicar diciendo que si les niegas su verdad lo haces porque no tienes ni idea de tal tema, porque esa presunta verdad contradice lo que tú mismo has aportado o, directamente, porque estás lleno de envidia. Y te llamarán ladrón, mamporrero o fulana (sic) sin el menor reparo. A cara descubierta o bajo alguno de los perfiles falsos que el citado grupito de amiguetes utiliza en las redes sociales, que la desvergüenza no conoce límites.

Llegará un día en el que historiadores de otra generación vendrán a poner las cosas en su sito y dirán que vaya tela lo que se escribía en Jerez en los años veinte de este siglo. Eso sí, para entonces estaremos ya todos muertos.

domingo, 10 de agosto de 2025

Jerez-Estambul

El siguiente artículo de opinión lo escribí hace unos días para Diario de Jerez. Agradezco mucho la publicación, que de momento ha tenido lugar solo en la edición en papel. No sé si saldrá en la digital. En cualquier caso, aquí va el texto íntegro acompañado por algunas imágenes pertinentes.

Alguien dirá que no es un artículo de arte, sino de política. ¡Por supuesto que es así! Del atentado estético que supone instalar la Inmaculada en el Arroyo ya se ha hablado lo suficiente. Lo que aquí he intentado es realizar una reflexión sobre cómo esta dinámica en la que las interpretaciones más integristas de la religión, de cualquier religión, se están aliando con los nuevos poderes ultraconservadores, utiliza y manipula nuestro pasado histórico al tiempo que afecta de manera seria a nuestro patrimonio artístico. Que en España no hayamos llegado aún a los excesos que se están viviendo en Turquía no invalida la reflexión: con algunos años de retraso, vamos por el mismo camino.

Y si alguien quiere saber qué haría yo con la Inmaculada que ha dado pie a la polémica, la pondría en alguna rotonda en la que su tamaño pasara desapercibida. En el centro, jamás. 

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Este año he tenido la oportunidad de ir dos veces a esa ciudad que se llamó durante siglos Constantinopla y que desde no hace tanto se conoce oficialmente como Estambul. Ha sido mi primer contacto con ella: demasiado tarde para un amante del arte. Desde el año 2000, las iglesias del periodo bizantino que, tras haber sido mezquitas durante el imperio turco, fueron secularizadas y convertidas en museo en 1931, han vuelto a transformarse en lugares de culto islámico, con todo lo que ello implica. No se trata ya de que las mujeres se vean obligadas a cubrir con un pañuelo la cabeza, estrictamente vigiladas para que no se les vea ni un cabello, o que se interrumpan y restrinjan los horarios de visita para dar paso a los tiempos de oración. Es que se atenta de manera directa contra el patrimonio artístico y la historia espiritual de los edificios.

Insulto al arte: la Virgen de Hagia Sofía, tapada por velos para no ofender la sensibilidad religiosa. Islámica, en este caso.

El caso más grave es el de Santa Sofía. Solo los creyentes en la religión mahometana tienen ahora derecho a sentir el espacio bajo su impresionante cúpula. A los infieles, aunque paguemos nuestro caro ticket de visita, solo se nos permite deambular por las galerías elevadas de las naves laterales, incluso cuando el espacio de oración permanece vacío. El mosaico con la bellísima imagen de la Virgen que cubre el ábside principal se encuentra tapado por cortinajes y solo puede ser visto accediendo a un reducido espacio desde la tribuna, desde una posición angular extremadamente incómoda y haciendo cola. Es falsa esa información de que la cortina se descorre durante las visitas turísticas: está siempre corrida. Al exterior tenemos lo peor: el letrero luminoso con aquello de “No hay divinidad excepto Allah” colgado entre dos de los alminares, con resultado estético igualito al de nuestra portada de la feria. ¡Eso es respeto a uno de los espacios patrimoniales más importantes del mundo, sí señor!

No, no es nuestra portada de la feria. Es Hagia Sofía de Constantinopla.

La pequeña pero artísticamente muy relevante iglesia de los Santos Sergio y Baco también ha sufrido. Además de que ahora todos tenemos que entrar descalzos, al no creyente solo se le permite deambular por una parte del interior. Los gatos, ellos sí, pueden hacer lo que quieran; incluso dormir en el más alto escalón del mimbar, doy fe de ello. En San Salvador de Cora, iglesia con impresionante colección de mosaicos y pinturas medievales, a determinadas horas bajan unas persianas que tapan las imágenes cristianas de la sala de oración mientras te echan de manera implacable: llega el momento del rezo, aunque solo haya cuatro señores mayores que, por lo demás, tienen en la ciudad infinidad de recintos para desarrollar con total comodidad su culto.

San Salvador de Cora, hoy mezquita, a punto de bajar las persianas que tapan las imágenes.

Porque, resulta obvio decirlo, estas y otras medidas tomadas en los últimos cinco años por el gobierno de Erdogan no buscan sino dejar claro a los no musulmanes quién manda allí. Y cuando digo no musulmanes no me refiero solo a los extranjeros, sino a los propios turcos que no se sienten identificados con la religión de Mahoma. Todo forma parte de un proceso mundial hacia el neoconservadurismo, por no decir una reivindicación de la antigua fusión entre iglesia y estado como signo identitario. Frente al complejo y desconcertante fenómeno de la globalización se intentan imponer “por decreto” las presuntas señas de identidad nacionales pasando por encima de las múltiples sensibilidades que puedan existir en un territorio, incluso en uno tan extraordinariamente multicultural como es el turco. No crean que la construcción de una gran mezquita en la Plaza de Taksim, centro neurálgico de la parte más occidentalizada de la ciudad y tradicional punto de reivindicaciones políticas, responde a una necesidad de culto: se trata de imponer visualmente el islam en un sector “contaminado” por el laicismo.

¿A qué viene contarles ahora todo esto? Pues al hilo de dos noticias recientes de la prensa local. Una, la recuperación de la idea de tiempos de Pilar Sánchez y Pedro Pacheco de colocar un mamotreto inmaculadista en plena Plaza del Arroyo. Tremendo atentado visual en una zona protegida, una más en una ciudad acribillada por monumentos de dudosísimo gusto. Sus dieciséis metros de altura -ahora dicen que va a ser menos- quedarán ahí para siempre como alguien no lo remedie.

La Inmaculada de marras. Imagen tomada de Jerez, Patrimonio Destruido: NO AL MONUMENTO A LA INMACULADA EN LA PLAZA DEL ARROYO

No parece que en el consistorio haya voluntad de enmienda. Hay que pescar votos, particularmente en el caladero de VOX, dejando claro lo de “nosotros somos tan católicos como nadie”. También hay que contentar, quizá apaciguar, a ciertos sectores sociales afines a la interpretación más conservadora de la religión. Y es que en el fondo se detecta aquí también una cuestión de profundo calado ideológico: visibilizar el sector Catedral-Bertemati como sede de un poder que en los últimos tiempos, al contrario de lo que ocurría en los años ochenta e incluso noventa en esta misma tierra jerezana, está mostrando afinidad con ideologías de la extrema derecha. Dudo muchísimo que la mayoría de los creyentes de nuestra ciudad estén interesados en rendir homenaje a la Inmaculada, devoción por otra parte infinitamente más hispalense que jerezana. Que después de muchos años se haya recuperado la idea de colocar ahí esa escultura se debe a motivaciones ideológicas.

Por lo demás, habría que recordar que la circunstancia de que esta religión sea ampliamente practicada en Jerez no le da derecho a invadir el espacio urbano con un número desmesurado de estatuas, azulejos y fotografías gigantes, justo de la misma manera que el número de musulmanes en Turquía tampoco debería autorizar a Erdogan a cubrir mosaicos medievales, reconvertir iglesias desacralizadas en lugares de culto islámico o levantar nuevas mezquitas en el suelo público de la plaza más importante del Estambul moderno. ¿Acaso las sensibilidades laicas no tienen cierto derecho a respirar visualmente un poco?

La otra noticia, que viene de unas semanas atrás, es la creación de la Delegación Diocesana de Evangelización del Turismo. No se trata meramente de dar información, sino de hacer apostolado. Y eso, en una sociedad como la nuestra y bajo una constitución como la que tenemos, resulta un atentado contra la libertad religiosa. Al visitante ni se le puede ni, menos aún, se le debe catequizar: hay que ofrecerle las claves históricas y culturales que le permitan entender lo que está viendo. Luego la obra de arte -la iglesia, el retablo, la imagen devocional- tendrá la oportunidad de hablar por sí misma y de ofrecer (¡y de qué maravillosa manera lo hacen muchas!) la suficiente dosis de trascendencia espiritual a la persona receptiva. Pero parece que lo que se pretende aquí en Jerez es otra cosa: convertir la propiedad del monumento en un derecho a hacer proselitismo entre quienes deseen visitarlo.

Retablo de San Miguel de Jerez: único ángulo desde el cual el visitante puede acercarse a la Batalla de los Ángeles, por aquello de no pisar el presbiterio. ¡Y encima quieren evangelizar al turista!

Al final, quien se asome por nuestra ciudad sentirá lo mismo que esa pobres infieles que recorren Santa Sofía forzadas a cubrir su cabello aun permaneciendo invisibles a los ojos de los musulmanes. Se sentirán asimismo como aquellos otros infieles que visitan las mezquitas de Estambul rodeados de folletos para mover a la conversión; o que ven cómo unas mamparas de madera retienen a las musulmanas en ese lugar aislado y secundario que les corresponde… ¡en pleno siglo XXI! Y sentirán la misma bofetada que los amantes del arte recibimos cuando encontramos ocultos a la vista esos mosaicos que se dice resultan ofensivos a los ojos del fiel.

Y no, no crean que estos que andan poniendo monumentos y evangelizando a los turistas descreídos se encuentran muy lejos de los integristas de Turquía: si hubieran nacido por allí, estarían tapando imágenes de Cristo y la Virgen en nombre de las esencias de la patria y en defensa de la religión que, faltaría más, es la verdadera.

viernes, 6 de junio de 2025

Ni mentiroso ni cobarde: a los miembros de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Jerez y del Centro de Estudios Históricos Jerezanos

      Le pedí al amigo que suele mandarme los insultos que Miguel Ángel Borrego Soto y sus colegas suelen dedicarme en las redes sociales que se abstuviera de hacerlo. Ha incumplido su promesa y me ha enviado este pantallazo en el que Diego Bejarano Gueimúndez, arqueólogo, encargado de comunicación del Centro de Estudios Históricos Jerezanos responsabilidad en la que me tomó el relevo y actual director de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Jerez me llama "mentiroso y cobarde". No tengo más remedio que replicar y, al mismo tiempo, realizar un aviso a los miembros de estas dos asociaciones. 

Mentiroso, dice. Pues no. En esta agria polémica que desde hace años se ha establecido entre Borrego Soto y el autor de estas líneas, polémica motivada (lo expliqué aquí) por aquella presunta intromisión que según él yo y otros colegas realizamos en esa "propiedad intelectual" suya que son los restos de la mezquita aljama de Jerez, no he mentido absolutamente en nada. NA-DA. El que sí ha mentido, gravemente y de manera reiterada, es Miguel Ángel Borrego al acusarme de haber hecho apropiación intelectual de aportaciones científica de otras personas; primero del arqueólogo Gonzalo Castro y luego de él mismo. En este blog he demostrado de manera tajante que se trata de embustes, recurriendo incluso a transcribir palabra por palabra aquellas partes de la conferencia del arabista que según él yo habría plagiado. Me parece vergonzoso que, con las pruebas por delante, siga sin reconocer que ha mentido con el mayor de los descaros para salirse con la suya y pasar como lo que no es, una víctima, cuando en realidad nos encontramos ante un verdadero "macho alfa" que pretende erigirse en cabeza de la manada investigadora.

Cobarde, afirma. ¿Por qué, por no realizar un artículo científico contestando la sarta de barbaridades que enlaza Borrego sobre Santo Domingo en ese lamentable texto que la Real Academia de San Dionisio ha tenido a bien publicarle? ¡Pero si ya le contesté! Miren ustedes, ese artículo es un refrito de los textos que él fue publicando en su blog, y también en Diario de Jerez, a raíz de su ocurrencia de que la qubba de Santo Domingo que dibujó Van den Wyngaerde debía de ser un depósito de agua o un molino de aceite, no un lugar de culto. Y esos textos YA FUERON CONTESTADOS POR MÍ en este blog, justo en los enlaces que ahí les dejo de nuevo.

Volviendo a la qubba de Santo Domingo (I)

Volviendo a la qubba de Santo Domingo (II)

De despistes, yerbajos y otras malas hierbas

Sobre la orientación de la primera iglesia de Santo Domingo

El Llano de San Sebastián es Cristina, o un debate que no se debería haber producido

A palabras necias...

No hace falta volver porque todos y cada uno de los argumentos de Borrego son de debilidad extrema y muy fácilmente rebatibles. En esos enlaces están ampliamente replicados. ¡Incluso hoy mismo alguien me ha enviado hoy una captura de la conferencia que ayer impartió José Manuel Moreno Arana sobre la Cofradía del Rosario en la que ciertos datos vuelven a corroborar cuál era la topografía de la Nave del Rosario en 1525!

Es que no hay más vuelta de hoja: fuentes gráficas y fuentes escritas coinciden, y a su vez estas encajan con lo que sabemos sobre las qubbas almohades, sobre la arquitectura andaluza en los primeros tiempos de la reconquista y sobre el uso de morabitos en Andalucía para configurar iglesias improvisadas. Todo lo demás es un monumental lío que ha montado Borrego Soto partiendo de una confusión suya, Llanos de San Sebastián con Plaza Aladro; lío que no tiene otra intención que poner en duda todo lo que aporté sobre Santo Domingo en su momento. Bueno, de paso presenta la fortificación almohade estudiada en su día por sus amigos Rosalía González, Paco Barrionuevo y Laureano Aguilar como una obra mudéjar (¡castaña pilonga!), pero eso lo debe considerar "daños colaterales" que le importan poco frente al objetivo principal: desprestigiar a un investigador que él siente que le hace sombra en sus desmesuradas ansias de liderazgo.

A los miembros del Centro de Estudios Históricos les hago saber algo que me parece de enorme relevancia. Hace pocos años me entrevisté en una cafetería de la calle Porvera con cuatro colegas. Creo que no hay problema en decir sus nombres: Fernando Aroca, Javier Jiménez, José Manuel Moreno Arana y Pablo Pomar. En ella se habló de una situación personal que me estaba haciendo pasarlo francamente mal. En ningún momento se habló del CEHJ. Días más tarde, Juan Antonio Moreno hermano de José Manuel se encontró con Diego Bejarano, y por azares de la conversación le comentó que yo había tenido una "reunión secreta" con varios historiadores el arte. Lo sé porque me lo ha contado el propio Juan Antonio. Pues bien, ¿saben ustedes qué dato absolutamente falso se le hizo llegar a la cúpula del Centro de Estudios Históricos Jerezanos? ¡Que yo había congregado a esas cuatro personas para presentar una candidatura alternativa a la dirección del CEHJ y "echar a los arqueólogos" de la misma! Supongo que no hace falta que les diga que JAMÁS SE ME HA PASADO POR LA CABEZA presentar candidatura alguna para sustituir a la actual que encabeza Francisco Barrionuevo. Ni por asomo. Menos aún en esa charla de la cafetería en la que se habló, en exclusiva, de algo que para mí era infinitamente más importante que presentar alternativas a algo, el CEHJ, que en su momento quise cambiar desde dentro; sin éxito alguno, por cierto, porque en cuando percibieron mis intentos por renovar una institución que a mi entender necesita un verdadero soplo de aire fresco, Juan Félix Bellido y Miguel Ángel Borrego Soto torpedearon mis propuestas hasta obligarme a renunciar.

A los miembros de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Jerez quiero hacerles saber que estoy deseando volver a colaborar con ellos, que estoy a su disposición en cualquier momento sin cobrar un euro, y que si en los próximos años no van a contar con mi presencia no será en absoluto porque yo no quiera ni pueda, sino porque al señor Diego Bejarano no le va a dar la realísima gana. Mientras siga como director, tengan por seguro que permaneceré vetado. ¡Y quién sabe cuántas personas más! Anoten de paso la lista de los nombres con los que sí se cuenta y podrán formar un mapa mental del "quién es quién" en un mundillo en el que muchos corren a "echar una meadita" en los primeros restos arqueológicos que aparezcan para advertir a los demás que ellos los vieron primero. Y claro, mientras yo escriba sobre mudéjar no pasa nada, pero si lo hago sobre ese Jerez andalusí que les pertenece, la cosa cambia.

Sí, esto hay que dejarlo bien claro. Mi ausencia y la de otros numerosos investigadores (¡e investigadoras!) en esta y otras instituciones jerezanas SE DEBE ÚNICAMENTE A LA VOLUNTAD DE LAS PERSONAS QUE LAS DIRIGEN, que piensan mucho antes en fortalecer grupúsculos de poder muy distintos entre sí, a veces profundamente enfrentados, que en ofrecer a la ciudadanía un verdadero panorama de lo que ahora se está haciendo en la ciudad en el campo de la historia, del arte y de la cultura. Salimos perdiendo todos, menos los que aspiran a ser líderes.

jueves, 5 de junio de 2025

No, claro que no replicaré

La Academia de San Dionisio me ofrece replicar en su revista al artículo de Miguel Ángel Borrego Soto del que hablé ayer. Un artículo cuyo tono es tan moderado y respetuoso como malévolo y retorcido en su verdadero trasfondo, no otro que echar por tierra todas mis aportaciones sobre Santo Domingo como venganza por haber escrito sobre el tema que él considera de su propiedad, la mezquita aljama de Jerez. Varios colegas me dicen que replique con un texto científico sin dudar. Pues no, no lo haré.

Que lo haga es justo lo que quiere el doctor Borrego. Su intención es pasar ante el colectivo de investigadores como una persona que dinamiza la investigación aportando nuevas perspectivas y obligando a reflexionar sobre argumentos que con el paso del tiempo se transmiten de manera inercial. Efectivamente, en principio es bueno hacer eso: no conformarse con dar por válidas las verdades y volver cada cierto tiempo sobre ellas para, al hilo del avance de la investigación, verificar su solidez y abrir nuevas perspectivas.

Pero para abrir debates científicos, señoras y señores, es necesario partir de argumentos más o menos serios, que se asienten sobre una base medianamente sólida, que no alberguen errores graves en su fundamento y que tengan ciertos visos de ser ciertos cuando se les contrasta con las fuentes. Borrego no parte de eso: lo hace de observaciones arbitrarias en la que se mezclan alegremente las equivocaciones, la manipulación consciente de datos y el capricho, todo con la única voluntad de estar en el candelero y, como todos sabemos, de presentarse como el máximo conocedor del Jerez andalusí. No lo es. Es, sencillamente, un filólogo metido a mediocre investigador sobre historia, arqueología y arte, disciplinas cuyas respectivas metodologías no domina; y un investigador en el que la ignorancia, la prepotencia y la envidia forman un cóctel explosivo que está haciendo mucho daño a personas serias.

Por lo demás, debo insistir en que lo de la existencia de un ribat en Santo Domingo es una mera hipótesis mía, hipótesis que me parece plausible, pero de momento no demostrable. Todo lo demás referente a la qubba, obvio lugar de entierro y culto junto a una puerta de la muralla como ocurre en tantas ciudades almohades, qubba que sería utilizada como cabecera de la primitiva iglesia dominicana situada en Cristina, conforma una teoría unánimemente aceptada por los investigadores serios en la que no logro ver la menor grieta científica. No necesito replicar porque mis publicaciones están ahí. Ellas son la réplica.

En fin, no pienso perder el tiempo ni rebajarme en lo intelectual a lanzarme a un debate científico con una persona de nula seriedad profesional que solo se mueve por el resentimiento y que no es capaz de reconocer que las fuentes escritas y gráficas desmontan toda su sarta de dislates sobre Santo Domingo. Persona con mucho poder, eso sí. Poder en el Centro de Estudios Históricos, que utiliza para encargarse a sí mismo conferencias en las Jornadas de Historia de Jerez -de la dedicada a las torres me han hablado verdaderos horrores, particularmente del carácter insufrible de la de su buen amigo José Gutiérrez, a quien coló por todo el morro- y para controlar quién publica y quién no en la Revista de Historia de Jerez, una responsabilidad que ejerce de manera extremadamente personal y arbitraria. De ella debería dimitir de manera inmediata en aras de la limpieza y la ecuanimidad de las publicaciones científicas en esta ciudad.

miércoles, 4 de junio de 2025

Desafortunadísimas (y malintencionadas) reflexiones sobre la etapa fundacional del Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera

Insiste Miguel Ángel Borrego Soto en el asunto de la qubba de Santo Domingo en su artículo Algunas reflexiones sobre la etapa fundacional del Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera (Cádiz), publicado por la revista Ceretanum en su número 6, que he tenido la oportunidad de leer por gentileza de los editores: desde aquí mi agradecimiento, lo que no me va a impedir hablar más abajo con absoluta franqueza.

Tengo muchísimas cosas que hacer, así que soy breve y directo.

1) El artículo en sí recoge la polémica en torno a si la qubba islámicas que había en el Real Convento y que podemos ver en la célebre ilustración de Van den Wyngaerde fue una edificación religiosa islámica utilizada por los dominicos como primera iglesia del convento. Dicha polémica se desarrolló en nuestros blogs personales.

2) En su momento desmonté una a una las hipótesis de Borrego Soto, que se basan en una grave, por consciente, manipulación por su parte: el Llano de San Sebastián no era la Alameda Cristina, sino la Plaza Aladro. La persona interesada encontrará todas mis argumentaciones en estos enlaces:

https://flvargas.blogspot.com/2022/06/volviendo-la-qubba-de-santo-domingo-i.html

https://flvargas.blogspot.com/2022/06/vulviendo-la-qubba-de-santo-domingo-y-ii.html

https://flvargas.blogspot.com/2022/07/de-despistes-yerbajos-y-otras-malas.html

https://flvargas.blogspot.com/2022/07/sobre-la-orientacion-de-la-primera.html

https://flvargas.blogspot.com/2022/09/el-llano-de-san-sebastian-es-cristina-o.html

https://flvargas.blogspot.com/2022/10/a-palabras-necias.html

3) Considero que los argumentos de Borrego Soto no solo son torticeros, sino que incluyen afirmaciones (por ejemplo, los muros de tapial con merlones defensivos aparecidos en el claustro tardogótico interpretados como obra mudéjar) que ponen en evidencia los escasos conocimientos de historia del arte por parte de su autor.

4) La publicación de este texto se realiza en el marco de una agria polémica entre Borrego y quien esto firma. Esta alcanzó su cénit cuando me difamó acusándome de robarle sus presuntas aportaciones sobre la mezquita mayor de Jerez presentándolas como de elaboración propia. El daño personal que me ha causado acusándome públicamente de "ladrón de ideas" es muy grave. Eso sí, en estos otros enlaces transcribí una conferencia suya (que él presentaba como prueba de sus contribuciones) y analicé sus textos, demostrando que este autor no ha realizado casi ninguna aportación científica sobre la referida aljama y también, sin dejar el más mínimo resquicio a la duda, que mentía descaradamente atribuyéndome una apropiación intelectual con el único fin de extender una mala imagen sobre mi persona y mi trabajo.

https://flvargas.blogspot.com/2025/01/la-mezquita-aljama-de-sharis-jerez-de.html

https://flvargas.blogspot.com/2025/01/sobre-la-aljama-de-jerez-despedida-y.html

5) Me parece muy grave que la Real Academia de San Dionisio haya decidido dar luz verde a este artículo de Borrego Soto sobre Santo Domingo siendo consciente de que su redacción no parte sino del deseo de tomar una revancha contra mi persona después de haber demostrado sus falacias y, sobre todo, sabiendo también que los argumentos de este doctor en Filología en torno a Santo Domingo, como puse en evidencia en los enlace arriba presentados, parten de malinterpretaciones, errores y manipulación de fuentes.

6) No voy a volver sobre Santo Domingo desde el punto de vista académico, por dos razones. Una, resulta imposible realizar discusiones histórico-artísticas con quien solo se mueve por el afán de desprestigiar a otros investigadores y ha convertido la mala praxis científica en seña de identidad, utilizando con frecuencia datos sesgados e ignorando voluntariamente parte de la bibliografía, circunstancia esta última que es bien conocida por la comunidad investigadora. Dos, mis argumentos sobre Santo Domingo me parecen sólidos y de momento nada me ha hecho dudar de ellos, como sí que dudo (¡mal estaría no hacerlo!) sobre otras cosas que he publicado: arriba tienen los enlaces para quien quiera leer esos argumentos, no es necesario repetir.

7) Una vez más, lo que Borrego Soto desea es polémica, estar en el candelero y presentarse como una especie de dinamizador de la investigación en Jerez gracias a esos "grandes descubrimientos" que dice realizar ("He descubierto la primitiva localización de Jerez", "He descubierto la aljama de Sharish", "He descubierto la verdadera fecha de la Conquista", "He descubierto dónde tuvo lugar verdaderamente la Batalla del Guadalete"); descubrimientos que con frecuencia resbalan más de lo deseable. A mí me parece que la investigación histórica es algo mucho más serio.

PD. Con enorme malicia, cuando Borrego Soto escribió en su blog la entrada en que me acusaba de robarle ideas, lo hizo poniéndole como título el de mi propio artículo sobre la aljama de Jerez, confiando en que los lectores que lo buscasen fuesen a parar a su texto. Le devuelvo aquí la jugada: no se merece otra cosa.

miércoles, 29 de enero de 2025

¿Hay relación entre la arquitectura del Jerez andalusí y el gótico-mudéjar? El extraño caso de las ventanas de Santo Domingo

Me han insistido varios colegas en los últimos días para que siga escribiendo sobre temas jerezanos. La verdad es que no tengo nada nuevo previsto, salvo la profunda renovación de mi primer libro sobre la iglesia de San Dionisio: no quedé contento con la primera edición y ahora estoy preparando una sustancialmente mejorada que me gustaría viese la luz antes del verano. En cuanto a mi próximo artículo científico, tiene que ver con el gótico sevillano.

Ahora bien, hay unas reflexiones que hacen meses que me vienen rondando la cabeza y que considero interesante poner por escrito. Quiero que quede muy claro que estas no forman una teoría, y que por ende no merecen una publicación en revista científica. Simplemente forman una hipótesis de trabajo tan resbaladiza como –creo– interesante para abrir nuevas vías de investigación. También debe repararse que escribo desde la disciplina de la historia del arte, una más de las que forman parte de toda la ciencia de la investigación histórica. No debe confundirse con la arqueología. Dicho esto, vamos a ello.

Uno de los problemas que más me ha fastidiado en mi estudio de eso que llamamos el gótico-mudéjar jerezano, esto es, la explosión arquitectónica que tiene lugar en la ciudad entre las últimas décadas del Trescientos y los años sesenta de la centuria siguiente, es el remate ornamental de las ventanas de la iglesia del Real Convento de Santo Domingo. Me refiero, lógicamente, a las de los dos tercios más cercanos al altar mayor de su nave única: las del tercio que da a la calle Larga son ya del siglo XVI.

Dicho remate consiste en una doble voluta que se abre hacia el exterior hasta completar sendos círculos que rompen la continuidad de la moldura que va recorriendo el perímetro de cada ventana. Así ocurre en todas ellas, tanto al exterior como en el interior. No resulta en absoluto fácil verlo desde dentro de la iglesia: el contraluz juega en nuestra contra, también a la hora de realizar fotografías. Las que aquí adjunto no son muy buenas, pero darán al lector una idea de lo que hablo.

No he encontrado ningún referente en la arquitectura cristiana andaluza –tampoco en lo que llevo recorrido de la castellana– para semejante remate. Es exclusivo de los ventanales de este monasterio dominicano. Por eso mismo, cuando lo encontré en la puerta de la iglesia del Monasterio de La Rábida que da al exterior de la misma, pude ir tirando del hilo hasta demostrar que el templo de los franciscanos –al menos, la cabecera pétrea y la referida portada– fue realizada por maestros procedentes del taller gótico-mudéjar jerezano. Pienso que lo hicieron por mediación de Juan Alfonso de Guzmán, primer Duque de Medina Sidonia, quien “pudiera ser el responsable de poner en contacto a los frailes con el equipo que había trabajado o estaba trabajando para él en Sanlúcar de Barrameda cuando estos se encontraron en condiciones de remozar su modesta iglesia inicial”. Esa es, en cualquier caso, una historia diferente a la que ahora nos ocupa, y que el interesado puede leer en el artículo correspondiente de la revista Cartare (descarga aquí).

Lo cierto es que referente para ese remate sí que lo había. Pero no en la arquitectura cristiana española, sino en la islámica de Marruecos. Me refiero a la célebre Bab Agnaou construida por los almohades en el siglo XII en la ciudad de Marrakech (ver Wikipedia): justo el friso que la corona está diseñado mediante la repetición de un motivo serpentiforme cuyo remate no deja de recordar al de las ventanas de Santo Domingo. Dicho motivo lo describe así Dolores Villalba Sola en La senda de los Almohades (2015, p. 117): “un friso de sebka que surgen de parejas de hojas levantadas sobre una figura geométrica dentada, a partir de los cuales se levantan nuevos motivos de hojas que se enrollan y entrelazan formando los rombos. Un remate bastante sencillo si se compara con los ejemplos de Rabat (…).”


La pregunta que me hago: ¿es posible que los maestros canteros que trabajaron durante el segundo cuarto del siglo XV para la comunidad dominicana se inspirasen en una ornamentación similar que pudieran ver en la arquitectura almohade local? Quizá en algún lugar vecino al Real Convento, como puede ser en la vecina Puerta de Sevilla. ¿Qué sabemos de esta?

Conocemos bien el trazado de la muralla almohade de Jerez y la articulación de sus puertas gracias al trabajo de Rosalía González y Laureano Aguilar El sistema defensivo islámico de Jerez de la Frontera (2011), pero sobre sus motivos ornamentales tenemos pocas pistas. Los citados autores, que señalan paralelismos con la Bab Agmat de Marrakesh, que es almorávide (p. 75), afirman, basándose en un documento de 1785, que “la decoración se limitó exclusivamente a la entrada exterior, cuyas dos fachadas tenían las enjutas de los arcos adornadas con sendas figuras geométricas talladas en piedra: dos rosetas o veneras en la fachada externa (…), y en la cara interna dos hexágonos con una estrella en el centro” (p. 72; el subrayado en negrita es mío). Hay que añadir que “en la fachada exterior, sobre la clave del arco de ingreso, existió un friso monumental en relieve, mostrando inscripciones islámicas en cartelas que enmarcaban una estrella de ocho puntas” (p. 73): en el Museo Arqueológico Municipal se conservan dos sillares de la referida inscripción y estos son bien conocidos por todos los amantes del arte y la arqueología. Que en Epigrafia andalusí el arabista Borrego Soto date la inscripción en época taifa (2014, p. 38) no me parece que sea un obstáculo para mis argumentaciones ni, menos aún, para la datación de la puerta en tiempos no tan lejanos, toda vez que podemos estar ante un caso de reutilización simbólica dentro de un nuevo contexto.

Aunque lo relatado por estos autores parece descartar por completo la hipótesis que he planteado, creo que se puede relativizar la palabra que arriba subrayé: exclusivamente. La lectura del texto original de 1785 (reproducido en las páginas 72 y 73 del libro) dejan entrever el probable deterioro de la decoración cuando se realizó ese reconocimiento, circunstancia comprensible no solo por el paso de los siglos, sino también porque este acceso a la ciudad tuvo en su momento un gran pórtico renacentista bien visible en la conocida imagen de Van Wyngaerde de 1567. Mucho ojo: imaginar que la Puerta de Sevilla, por muy importante y monumental que pudiera haber sido, alcanzase la vistosidad ornamental de la Bab Agnaou marroquí –que tenía un especialísimo carácter por dar acceso a la qasba– sería puro disparate. Lo que me parece posible es que en su momento tuviera algún motivo decorativo serpentiforme relacionable con la de Marrakech que para el siglo XVIII pudo haber desaparecido, pero que en el segundo tercio del XV, cuando se levanta la iglesia, se encontraría visible y pudo servir de inspiración.

No sería el único caso de préstamo de la arquitectura islámica a la mudéjar en Jerez precisamente. Ni siquiera hay que moverse de Santo Domingo. Allá por 1996 (¡cómo pasa el tiempo!) presenté en el Congreso del CEHA en el que demostraba que la primitiva capilla mayor que utilizaron los frailes era una qubba islámica que se conservaba frente a la Puerta de Sevilla, probablemente un morabito como los muchos que “en forma de fortaleza con sus almenas” –el texto, bien conocido, es del Padre Rallón– todavía hoy se conservan en Marruecos, y de los que muchos debió de haber por la zona –repárese en el trabajo de los hermano García Lázaro sobre el tema, aquí disponible–. A aquella aportación mía, por cierto, no hicieron referencia Rosalía González y Laureano Aguilar a pesar de que quien a ustedes se dirige presentó un resumen del trabajo en Diario de Jerez.

Pues bien, en ese congreso planteé cómo dicha qubba, al dejar de ser capilla mayor y transformarse en capilla funeraria de los Meyras, debió de ser el modelo de inspiración directo de las numerosas otras qubbas de pequeño tamaño que, cuando se construyó la nueva iglesia, sirvieron de capilla funeraria a aquellas familias que quisieron emular para sus propios espacios un modelo de prestigio. Préstamo lógico y natural, por otra parte, en un contexto en el que el arte andalusí era un modelo de prestigio para las élites de la Corona de Castilla.

No sería el único préstamo en esa zona de la antigua Sharish. Los historiadores han destacado el acceso meridional a la vecina Parroquia de San Marcos: una bóveda de espejo que presenta un diseño de amplios entrelazos en su interior. En El mudéjar en Jerez (2021, pp. 78-80) ya planteé las concomitancias con la Puerta de Jerez en Tarifa –allí el entrelazo está pintado y es de escasa anchura–, añadiendo que “todo apunta a que en las diferentes puertas de la muralla de Jerez pudo haber bóvedas como la de Tarifa que pudieran haber servir de modelo.” Añado ahora una aportación que me parece significativa: la Bab al Kemish o Bāb al-Jamīs de Marrakesh, de época almohade según el especialista Antonio Almagro (leer aquí), presenta igualmente una especie de bóveda de espejo en su interior –no se conserva entrelazo pintado–, y justo delante presenta una qubba funeraria que nos ofrece una imagen no muy distinta a la que debió de presentar la Puerta de Sevilla –igualmente flanqueada por dos grandes torres– con su vecino morabito reutilizado por los dominicos. Aquí van fotos de la puerta marroquí, cuya decoración exterior lamentablemente hemos perdido.

Por otra parte, también cabe la posibilidad de que el motivo de la doble voluta estuviera no en la Puerta de Sevilla, sino en algún otro lugar igualmente cercano. ¿Recuerdan ese texto de Rallón en el que se dice que "en el mesmo sitio, donde hoy está fundado el convento, huvo una Mesquitilla, o oratorio de los moros con una huerta y algunas casas para sus alfaquíes". La “mesquitilla”, ya lo hemos dicho arriba, era la qubba islámica reutilizada por los dominicos. Las “casas para sus alfaquíes” bien pudieran haber sido parte del ribat que pienso que allí pudo haber, y del que la fortificación que apareció bajo la piel del claustro tardogótico (“los claustros” según el vulgo jerezano) pudo haber sido parte fundamental. Ribat o no -me niego a entrar en estériles polémicas en las que ya me explayé en este mismo blog-, lo cierto es que donde se establecieron los dominicos hubo edificaciones andalusíes. Tal vez en algún aspecto estas pudieron servir de modelo.

Realicemos una síntesis de los principales puntos expuestos para no dar lugar a malentendidos ni a interpretaciones malintencionadas.

a) Habida cuenta de la presunta inexistencia de referentes en la arquitectura cristiana andaluza para el remate ornamental de las ventanas del sector gótico-mudéjar de la iglesia de Santo Domingo de Jerez, así como de la aparición de un motivo serpentiforme que remata de manera similar en la Bab Agnaou de Marrakech, considero plausible la hipótesis de que los maestros tomaran inspiración en la arquitectura islámica local, dentro de un contexto en el que era habitual semejante suerte de préstamo –la forma qubba o la bóveda de espejo, por ejemplo–.

b) Pienso es que es posible plantear la posibilidad de que semejante motivo pudiera tomar su inspiración en alguno de los motivos ornamentales de la hoy desaparecida Puerta de Sevilla, situada frente al cenobio.

c) En modo alguno quiero plantear que la puerta jerezana fuese parecida a la Bab Agnaou. Tal cosa parece altamente improbable. Considero que la propuesta de Rosalía González y Laureano Aguilar sobre la misma sigue siendo globalmente válida. Tan solo me abro a la hipótesis de que esta contara con más elementos decorativos que los pocos recogidos en el informe de 1785.

d) Otra posibilidad es que tal motivo ornamental se tomara de alguna de las edificaciones andalusíes que se alzaban en los extensos terrenos cedidos por Alfonso X a la comunidad dominicana.

Ni que decir tiene que puedo estar equivocado y que el motivo ornamental de la doble voluta saliera de algún otro sitio que no sabemos. Aun así, creo que la propuesta merece al menos una reflexión.

Mire ustedes, hace muchos años, Basilio Pavón planteó la teoría de que las peculiaridades del mudéjar jerezano –él hablaba concretamente de San Dionisio– quizá podrían explicarse “por la existencia en Jerez de un arte almohade un tato efectista” (1981, p. 20). Fui yo mismo quien se encargó de demostrar que no, que esa idiosincrasia correspondía más bien a un equipo de canteros que en el siglo XIV ya había practicado con originales combinaciones entre las fórmulas del gótico castellano que había llegado con la conquista y la tradición local, si bien sería en nuestra ciudad en la que los herederos de aquel primer equipo van a desarrollar las combinaciones más vistosas y –llamémosle así– “manieristas”. Mi colega José María Guerrero Vega, con toda la razón del mundo, ha apuntado en su tesis doctoral que también hay que mirar hacia el Reino de Granada. Hoy, sin embargo, creo que la hipótesis de Basilio Pavón no debería caer totalmente en saco roto. Hay cosas que sí se podrían explicar desde la tradición local que pudo servir de inspiración. Si logramos detectar esas cosas no solo comprenderemos mejor la naturaleza de nuestro gótico-mudéjar, sino que podremos poner algunas pequeñas piezas en la reconstrucción visual de lo que fue la arquitectura de Sharis.

viernes, 17 de enero de 2025

Sobre la aljama de Jerez: despedida y cierre

Continúa Miguel Ángel Borrego Soto con su sarta de gravísimas mentiras sobre mi persona y mi trabajo desde diferentes puntos de la red. Quiere polémica, quiere una sucesión de réplicas y contrarréplicas. No lo va a conseguir, porque lo que he escrito en la entrada anterior es más que suficiente. Ahora bien, dada la longitud del texto me veo obligado a hacer un resumen, añadiendo ciertos matices, de los principales puntos que se abordaron en ella. Quien quiera verificarlos podrá acudir a leerla (aquí) echándole un poco de paciencia: la importancia del asunto me obligó a transcribir palabra por palabra determinada parte de una conferencia del referido autor y a ser prolijo en mis puntualizaciones. 

1) Miguel Ángel Borrego Soto no cuenta con ninguna publicación científica sobre la mezquita que fue utilizada por los cristianos como Colegiata de San Salvador. Un proyecto de intervención arqueológica no es una publicación científica, sino lo que su nombre indica. Lo único que tiene es lo que relató oralmente en una ponencia del Congreso Jerez, 1264, si bien en las actas del mismo no incluyó nada sobre tal edificio, porque no era ése el tema que le correspondía. Si habló en público de él fue para marcar territorio ante la intervención ulterior de Javier Jiménez y Pablo Pomar en el mismo congreso, que por el título de su ponencia sí estaban impelidos a abordar el tema de ese inmueble.

2) Las aportaciones de Borrego Soto sobre la referida mezquita, presunta aljama, son pocas y no siempre consistentes, presentadas todas ella en la citada conferencia y luego sintetizadas por él mismo en su blog:

a.      Una columna (en realidad dos) descubierta en la Casa del Abad demuestra que allí hubo una mezquita califal: propuesta plausible pero en exceso arriesgada. Una cosa es reconocer que dichos soportes son anteriores a tiempos de los almohades -eso lo sabe cualquiera con un poco de conocimiento de arte medieval- y otra muy distinta adjudicarlos a la mezquita y tomarlos como prueba de que esta era anterior al año mil. El método científico exige lanzar hipótesis, pero también hacerlo con mucha prudencia: los “grandes descubrimientos” sin suficiente apoyo argumental hay que evitarlos. Sobre las referidas columnas, en mi artículo me limito a citar su existencia y llamar a la prudencia.

b.      El edificio poseía la orientación habitual de las mezquitas andalusíes: parcialmente verdadero. Solo parcialmente: dicha orientación cambia mucho en función de la época, y en el propio Jerez se distinguen al menos dos orientaciones diferentes, cosa que él tal vez ignora.

c.      El gran arco apuntado de piedra que da al Reducto y el más pequeño que da a la cuesta de la Encarnación son de herradura: falso.

d.      Los dos arcos “parecen remitir a antiguos accesos al patio de abluciones”: podría ser verdadero, pero hay muchísimo que matizar en función de las vistas de Van den Wyngaerde, cuyos dibujos en blanco y negro -los más fiables- no encajan con lo que tenemos delante, y de algunos textos que están siendo analizados por otro investigador. Todo apunta a que la hipótesis de Gonzalo Castro, que cito en mi artículo, ha de ser tenida muy en consideración.

e.      Determinados restos arquitectónicos podrían ser de un aljibe: hipótesis plausible, si bien nada de ello menciono en mi artículo por lo resbaladizo de la cuestión.

f.        Han aparecido soportes en una galería superior que podrían ser mudéjares: verdadero, pero igualmente decidí omitirlo, en este caso no solo porque es necesario un avance en la intervención que permita contemplar mejor esos restos, sino también porque las obras realizadas por los cristianos en los inmuebles anexos no eran el tema de mi artículo. Hablaré de lo mudéjar cuando me corresponda hablar del mudéjar.

c)      3) Ninguna de esas presuntas aportaciones, válidas o poco válidas, han sido utilizadas por mí en el artículo de la revista Trocadero, por lo no tenía por qué citar su conferencia ni su blog en el referido artículo. Lo que es más, las conferencias nunca se citan en las publicaciones científicas. Para eso están las actas, en las cuales Borrego nada decía sobre el edificio.

4) Miguel Ángel Borrego tampoco ha abordado el tema de la mezquita en sus textos de carácter divulgativo, menos aún en el de la revista Ceretarum. Confieso que me confundí al decir que no había leído este cuando terminé de redactar mi artículo, pero esa circunstancia no cambia las cosas: en la referida revista no aporta absolutamente nada sobre la mezquita, sino que se limita a citar a Rallón y a decir que parte de ella sigue en pie. Por cierto, también es verdad que yo no recordaba que en ese artículo de Ceretarum se incluía un muy desafortunado análisis de determinados restos del claustro tardogótico del Convento de Santo Domingo: al clasificarlos como mudéjares, Borrego evidencia sus lagunas en el conocimiento de la historia del arte medieval andaluz. También es verdad que no tiene por qué conocerla: él es Doctor en Filología. A mí no se me ocurriría realizar consideraciones de carácter filológico en una publicación científica mía, aunque fuera dentro de una argumentación histórico-artística, porque lo más probable es que metiera la pata. En todo caso, consultaría con un especialista.

5) Hay que añadir que Borrego, en conversaciones y redes sociales, ha defendido la existencia de una mezquita aljama de gran tamaño en el solar de la actual catedral. Obviamente no es científico citar cosas dichas en Facebook, así que nada de eso debe mencionarse si uno no quiere caer en el ridículo. En cualquier caso, semejante teoría queda por completo refutada mediante el análisis de las fuentes en ese artículo mío que tanto le ha irritado.

Una cosa que añadir: el ambiente entre los historiadores de Jerez se está volviendo irrespirable. Borrego Soto es, siguiendo su línea habitual, quien ha empezado esta polémica acusándome públicamente de delitos gravísimos que quien a ustedes se dirige jamás osaría cometer. Sus acciones las pagamos todos. Por mi parte, no pienso continuar alimentando una polémica que jamás debería haberse producido.