sábado, 7 de enero de 2012

El convento sevillano de Santiago de la Espada y sus enterramientos

 

Fernando LÓPEZ VARGAS-MACHUCA: "El convento sevillano de Santiago de la Espada y sus enterramientos", en Actas del congreso Las Órdenes Militares en la Península Ibérica (Ciudad Real, 1996), Cuenca, 2000, vol. I, págs. 231-253.

Este texto fue la primera publicación científica sobre temática histórico-artística que presenté tras la consecución de la Suficiencia Investigadora en la Universidad de Sevilla.

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El edificio del antiguo convento hispalense de Santiago de los Caballeros, habitualmente denominado Santiago de la Espada (c/ San Vicente, 102-104), es hoy sede del Monasterio de la Asunción, de religiosas mercedarias. A pesar de resultar escasamente conocido y de haber sido poco atendido por la historiografía, presenta notable interés desde el punto de vista histórico-artístico[1]. Ha sido objeto por mi parte de un trabajo monográfico de investigación, enmarcado en la tesis doctoral que bajo el título Espacios funerarios en la arquitectura bajomedieval sevillana me dirige el profesor D. Javier Martínez de Aguirre Aldaz[2]. En él, con la ayuda de la rica información que ofrecen los libros de visita conservados en el Archivo Histórico Nacional, se ha podido clarificar la identidad primitiva de cada uno de los restos del edificio medieval, y conocer el aspecto que entonces presentaba el interior de los mismos. Veremos ahora dicha identificación, y repararemos en el carácter en gran medida funerario de los diferentes recintos, haciendo relación de diversas noticias acerca de los numerosos e importantes enterramientos que albergaron.

 

1. Apuntes sobre su historia.

Relata Morgado cómo el Convento de Santiago de los Caballeros fue fundado por el maestre Lorenzo Suárez de Figueroa, en las casas que la orden santiaguista poseía merced a la donación realizada por Fernando III tras la conquista de Sevilla, cercanas a la laguna de la Alameda[3]. Así, el conjunto se va a hallar inserto en un entramado de calles rectilíneas que responde a la urbanización cristiana de un sector de la ciudad que en el momento inmediatamente posterior a la reconquista se encontraba poco poblado, y que fue el escogido para el establecimiento de las sedes de órdenes militares y algunos conventos, a saber: órdenes de San Juan, Calatrava y Santiago, y conventos de San Clemente y Santa Clara, cuya fundación se hallaba condicionada por el favor real[4].

lorenzo suarez de figueroa. monasterio de santiago de la espada. sevilla

Nos dice este autor que el convento se fundó en 1409. Esta fecha va a ser recogida por otros diversos autores hasta el siglo XIX, incluido Gestoso. Sin embargo, Matute acepta la fecha de 1405 que presenta la lápida moderna del sepulcro del fundador, y ésta va a aparecer en toda la bibliografía reciente a partir de Montoto[5]. Sea como sea, la bula papal para la fundación data de febrero de 1409, y en ella se concede permiso para "fundare & aedificare, ac instituere"[6].

Don Lorenzo Suárez de Figueroa fue una figura ilustre. Destacado participante en diversos acontecimientos bélicos, en 1387 obtuvo la dignidad de Gran Maestre de Santiago, orden a la que devolverá por un tiempo parte de su antiguo esplendor[7]. Las fuentes le destacan no sólo como guerrero, sino también como gran edificador:

“Apenas quedó lugar principal en la Orden en que no se labrase poco, o mucho, e en todas estas obras e edificios que él fizo, o en las más dellas, paresçen oy día los escudos de sus armas, en memoria de las él aver mandado fazer, i reparar, fueron puestas por las dichas torres, i adarves, i edificios. E mandó reparar i rehedificar en la dicha Orden muchas yglesias, i las capillas dellas, en las quales dió, y puso buenos orrnamentos con que se servían, e en algunas dellas, fueron puestas por su mandado algunas ymágenes de alabastro, que oy día paresçen.”[8]

Precisamente una de sus más destacadas realizaciones fue la fundación del convento que nos ocupa. La concesión de la mencionada bula por el papa Benedicto XIII no sólo le permitió edificar un convento "cum Ecclesia, Campanili, Campanis, Claustro, Refectorio, Cimiterio, Domibus & aliis necessariis officinis", donde ya había una capilla "cum certis altaribus", sino también crear un priorato que dependerá directamente del papado hasta el reinado de los Reyes Católicos[9]. A su vez, como nos dice Zúñiga, dejó comenzada para su sepultura "su iglesia primitiva, inmediata a la moderna, hoy arruinada"[10].

El maestre fallece en 1409, en Ocaña, a la edad de 65 años, siendo trasladado a Sevilla para su enterramiento[11]. Su cuerpo fue colocado "en medio del presbiterio con su bulto de mármol, recostado en una urna que sustentan leones, y a sus pies un perro que representa uno que tuvo el Maestre (...) llamado Amadis"[12]. Hoy se encuentra depositado en el panteón de sevillanos ilustres, bajo la iglesia de la Anunciación, a donde fue trasladado en el pasado siglo.

Hemos ahora de prestar atención a la siguiente afirmación de Zúñiga:


“La iglesia primitiva padeció ruina, la moderna es moderada, e ilústrala el sepulcro del famoso Benito Arias Montano”[13].

Si tenemos en cuenta que hacía constar que hubo una "iglesia primitiva, inmediata a la moderna", arruinada cuando él escribía los Anales..., que era la que el Maestre había destinado para su entierro, hemos de concluir que existieron dos iglesias de cronología diferente, una junto a la otra. En la más antigua -según Zúñiga- se habría pensado enterrar el fundador, y en la más reciente descansarían los huesos de Benito Arias Montano y de otros personajes que más adelante veremos. La cuestión reside en identificar la arquitectura que vemos hoy con las iglesias primitiva y moderna, ya que ninguno de los otros autores que han escrito sobre el convento -salvo Madrazo, que lo hace muy de pasada- ha mencionado esta duplicidad[14]. Más abajo volveremos sobre el asunto.

Tenemos pocos datos sobre la vida conventual a lo largo del siglo XV, pero un artículo del profesor Rodríguez Blanco nos arroja luz sobre diversos aspectos de la institución[15]. Gracias a él sabemos que no era precisamente mala la situación económica. Un nada desdeñable número de propiedades inmuebles en Sevilla, Huelva y El Condado, gran parte de ellas obtenidos por donaciones y limosnas, le proporcionaba mediante arrendamiento sustanciosos ingresos. Destaca con luz propia el cuantiosísimo legado realizado por Vasco Mosquera y su mujer Doña María en la segunda mitad del XV, por el que obtuvieron el privilegio de tener una capilla en el convento[16]. Vasco de Mosquera Moscoso, sobrino-nieto del Maestre, era comendador de la orden y señor de Torralba, señorío que obtuvo a través de su esposa Doña María de Quadros, hija de Ruy Díaz de Quadros (armador mayor de las armadas del Rey y veinticuatro de Sevilla)[17]. La capilla, como veremos, podemos identificarla con lo que hoy se conoce como sacristía.

Habrá que realizar otra identificación. Sabemos que las hermandades de la Soledad y del Gran Poder (las mismas que siglos más tarde compartirían sede en la parroquia de San Lorenzo) se encontraban en la segunda mitad del XVI en el convento de Santiago de los Caballeros. La primera estaba establecida aquí antes de 1568, y se fue antes de que finalizara 1575, mientras que la segunda se trasladó en 1588[18]. Concretamente residían en la denominada "capilla del Obispo", que se hallaba en la "nave del Obispo", como podemos leer en las capitulaciones de estancia en nuestro convento:

“Que la Hermandad (del Gran Poder) adorne a su costa la capilla del Obispo, donde tengan sus bienes y celebren fiestas y misas. El convento les dará lugar donde tengan sus bienes y objetos en el apartamiento de la iglesia que disfrutaba la hermandad de la Soledad mientras residió en este templo.”

“Que la Hermandad pueda llamar y hacer sus capítulos en la nave del obispo, donde está la capilla del mismo título que se les adjudica, con tal de que no los celebren mientras los religiosos estuvieren ni en las horas ni en las misas. Y si hiciera falta se les de en esas horas sitio en el claustro.”[19]

La devota imagen de la Virgen de la Soledad, probablemente la misma que hoy procesiona cerrando el Sábado Santo, recibió allí la visita de personalidades tan ilustres como Felipe II, que acudió a venerarla durante su visita a Sevilla, en mayo de 1570[20]. Cuando se marchó esta hermandad, tal capilla pasó a ocuparla la del Gran Poder, que en 1582 terminaría también abandonando el convento, al parecer por motivos de convivencia con los frailes[21]. Después veremos que a esta capilla corresponden unos restos arquitectónicos al norte de la iglesia.

La iglesia va a ver modificada su fisonomía durante el transcurrir de los siglos. Así, diversas reformas durante la Edad Moderna ocultaron la decoración medieval de los paramentos y sustituyeron la armadura de madera que cubría el sector de los pies por una bóveda de medio cañón con lunetos, aun conservando hasta arriba los muros medievales, como ponen de manifiesto una larga inscripción -inédita- alusiva a los Reyes Católicos y un rosetón gótico hasta ahora por todos ignorado que sólo son visibles hoy accediendo al interior de las cubiertas[22].

En 1772 tuvo lugar un incendio que duró cuarenta y ocho horas y destruyó gran parte del convento, encargándose la corona de la reparación. No menos daño causó la invasión francesa: el edificio fue saqueado, se perdieron valiosas obras artísticas, y las tumbas fueron profanadas, resultando el sepulcro del Maestre seriamente deteriorado[23]. En 1835 la exclaustración hace que el inmueble sea destinado a usos ajenos a su función primitiva, y en 1844 un nuevo incendio termina de arruinar el sector residencial del convento[24].

Probablemente el edificio hubiera terminado engrosando la extensa lista de destrucciones del patrimonio artístico si no hubiera sido por la afortunada intervención de José Gestoso, que en 1893 presenta ante el arzobispo a este inmueble como el más adecuado para albergar a las religiosas mercedarias que en 1868 habían sido expulsadas de su convento de la Asunción. Las obras de restauración, supervisadas por el propio historiador, han permitido que llegue hasta nuestros días en aceptable estado de conservación. Además, la eliminación de los adornos barrocos permitió el descubrimiento de los adornos tallados en piedra que exhibía la mitad oriental del edificio en su origen, cuya morfología ha llevado a calificar al mismo de "mudéjar"[25].

En 1895 llegan por fin las mercedarias, que aquí van a residir y a crear un colegio. Se desarrolla así una etapa tranquila para el inmueble que ojalá perdure por muchos años.

 

2. Identificación de los espacios cultuales.

Sólo restan de tiempos medievales dos espacios, más los restos de un tercero, ocupando el sector septentrional de todo el conjunto. Se trata de una iglesia de una nave flanqueada por dos construcciones. Al sur, un amplio recinto abovedado mediante crucería, abierto totalmente por su flanco occidental, que hoy funciona como sacristía. Al norte, en un patio exterior, los escasos restos de otro, de dimensiones parecidas al anterior, pero de realización más tosca. A ellos hay que sumar -en principio- una estancia de planta rectangular, al este de la actual sacristía, que se abre al ábside de la iglesia y es utilizada desde hace pocas décadas como coro.

La mayor parte de la bibliografía sólo había prestado atención al cuerpo oriental de la iglesia. Sólo en una ocasión se reparó en estos otros elementos, y se realizó un intento de identificar su función primitiva[26]. El resultado, por desgracia, no fue satisfactorio. Afortunadamente, los libros de visita conservados en el Archivo Histórico Nacional nos permiten conocer su identidad. Para ello, hemos de fijarnos con atención en su relato.

“Ay dos capillas en la dicha yglesia. Una, do está enterrado un obispo que fue de Badajoz, Don Lorenço Suares de Figueroa, que es a la mano yzquierda del altar mayor. A la otra parte otra capilla do está enterrado Vasco Mosquera.”[27] (1501)

“Tiene una yglesia de dos naues cubierta de madera de pino pintada y dorada en algunas partes.


Tiene más la dicha yglesia hazia el altar mayor dos capillas de bóueda sobre cruzería de piedra, con sus pinturas en ella dorada y otros colores. A estas capillas divide el cuerpo de la yglesia un arco toral en el qual está una rexa de palo pintada y encima della un crucifixo de bulto con San Juan y María. A los lados tienen estas dos capillas mayores dos capillas colaterales fechas de bóveda. La de la mano yzquierda tiene un altar y gradas de azulejos, y en medio della está un tunbo de piedra y yeso, y encima del un bulto de lo mismo, que dixeron que hera de Don Lorenço Suárez, obispo que fue de Badajoz, hijo del Maestre Don Lorenço Suárez.”[28] (1549)

“Y más adelante está otra capilla de cruzería en la qual está el altar mayor (...). Y dentro de esta capilla está una puerta por la qual se entra a la sachristía, que está a la mano derecha; y a la yzquierda está otra puerta por la qual se sube a la torre de dicha yglesia, en la cual están dos campanas” [29](1604).

De éstos sustanciosos textos se extraen las siguientes conclusiones:

-El templo tuvo dos naves paralelas independientes, claramente delimitadas, de las que hoy sólo queda una.

-Los restos al exterior del muro septentrional corresponden a la capilla en la que se enterraba el obispo de Badajoz. Se trata, por tanto, de la "capilla del Obispo" en la que, como vimos anteriormente, residieron temporalmente las hermandades de la Soledad y del Gran Poder, y que se hallaba en la "nave del Obispo". Así pues, resulta evidente que esta última era la nave desaparecida, que se encontraba al norte de la subsistente, y que tenía la capilla mencionada como cabecera[30].

-La actual sacristía, amplio recinto cubierto con crucería, era la denominada "capilla Mosquera", que como vimos correspondía al matrimonio formado por Vasco Mosquera y Doña María de Quadros.

-El espacio de planta rectangular, perpendicular al ábside, y abierto a éste por el lado de la epístola, que desde hace pocas décadas ejerce la función de coro, fue sin duda la sacristía medieval, hoy muy transformada, pues no quedan restos visibles del medievo.

Resulta difícil establecer una cronología precisa para cada una de estas construcciones medievales, pues el único dato seguro es que a finales del siglo XV se está levantando, costeado por los Reyes Católicos, el sector occidental de la actual iglesia[31]. En el trabajo de investigación ya mencionado abordé el tema con mayor detenimiento. En función del análisis morfológico y textual, señalé entonces la posibilidad de que la nave del obispo fuera en realidad la iglesia primitiva en la que se pensaría enterrar el maestre Lorenzo Suárez de Figueroa. Pocas décadas después se construiría -en un material lujoso para Sevilla: la piedra- una nueva y más grande iglesia, la que hoy se conserva, por lo que la mayoría de los sepulcros pasarían al ábside de la misma. Lo que no queda claro es quién o quiénes estarían detrás de esta nueva edificación, puesto que había de contarse con un importante caudal económico para costearla. Quizás teniendo en cuenta la finalidad en gran medida funeraria -y, por ende, de prestigio- de la iglesia y espacios adyacentes podamos acercarnos a la solución.

 

3. Enterramientos.

Vamos a ver ahora las noticias que poseemos acerca de los diversos enterramientos que se realizaron en cada uno de los espacios cultuales del convento, no sin antes realizar una breve descripción de los mismos. No nos detendremos en detallados análisis formales, ni repararemos en los ricos datos existentes acerca del ajuar y mobiliario litúrgico, pues ello rebasaría los límites de esta comunicación.

3.1. La iglesia.

En la actual iglesia, una sola nave muy alargada, pueden distinguirse dos partes. A Oriente se trata de una obra de muros pétreos, cubierta mediante crucería. A Occidente, por el contrario, nos encontramos con una nave cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos que sustituye a una cubierta de madera. Ambos sectores presentaban una clara diferenciación, y no sólo en el material constructivo y la cubrición: ya vimos que una reja separaba el sector reservado a los frailes del de libre acceso para los fieles.

Existen dos arcos torales. En el más occidental se encontraba la reja mencionada. El más oriental divide en dos partes el sector construido en piedra. Al Oeste, un amplio espacio de planta cuadrangular cubierto por doble bóveda cuatripartita con espinazo, cuyos nervios reposan en ménsulas de mocárabes, que vamos a denominar "presbiterio". Al Este, un ábside de cinco paños cubierto de bóveda semiestrellada, también con espinazo, iluminado por seis ventanas distribuidas entre sus dos cuerpos; incluye una torrecilla construida en ladrillo, de planta cuadrangular, adosada al muro del evangelio. Pienso que toda esta estructura es el resultado de una peculiar combinación de fórmulas del gótico parroquial (el "grupo de 1356" del que hablara Angulo) y conventual sevillano, a la que se le añade una rica decoración tallada de raigambre gótica y almohade (puntas de diamante, angrelados, lacerías, arcos ciegos, piñas de mocárabes), policromada en su tiempo, que nos remite tanto a la tradición local hispalense como a los sorprendentes templos medievales de Jerez de la Frontera[32].

Tumba de don Lorenzo Suárez de Figueroa

Tenemos diversos testimonios sobre los enterramientos que la iglesia albergó. Sin duda el conjunto giraba en torno al sepulcro de Don Lorenzo Suárez de Figueroa, el único que hoy se conserva, si bien sólo el yacente, y muy deteriorado. La figura, de volumetría cilíndrica, se caracteriza por unas formas suaves y estilizadas. El rostro es de facciones redondeadas, cubriéndose la cabeza con un bonete adornado con una pequeña concha santiaguista. En la túnica -de largos y amplios pliegues paralelos- y en el manto aparece la cruz de Santiago. Porta una espada de gran longitud. A los pies aparece el perro, Amadís, con un ancho collar y un colgante circular en los que se repite el escudo de las cinco hojas de parra, emblema de los Figueroa. En el lateral de su izquierda velan por el difunto dos figurillas muy deterioradas (una de ellas parece un ángel), en las que hasta ahora nadie había reparado. Estilísticamente no desentona de las realizaciones propias del primer tercio del XV[33]. La documentación nos indica el lugar exacto donde estaba colocado:

“Y en el medio de la dicha capilla mayor, junto a las gradas del dicho altar mayor, está un tunbo fecho de alavastro, y sobre él una figura de lo mismo, y en el dicho tunbo lo dizen questá enterrado Don Lorenço Suárez, maestre que fue de la dicha horden.”[34]

Sin duda, para la comunidad del convento fue un honor albergar el sepulcro de quien fue no sólo su fundador, sino también una de las personalidades más destacadas de la historia de la Orden de Santiago.

Gestoso, durante las labores de restauración del edificio, se encontró con importantes vestigios de enterramientos:

“En el muro del lado de la epístola, divisorio de la espaciosa pieza que hoy sirve de sacristía, y en el grueso del muro que hubo que recalzar, encontróse un sepulcro adornado de tracerías y molduras de yeso, del cual hicimos sacar un vaciado que, conjuntamente con los antiguos escudos repetidos del apellido Saavedra, pueden verse en el Museo Arqueológico Municipal. En el muro del opuesto lado encontramos también restos de pinturas murales con imágenes de santos, que parece que decoraban el muro de fondo de otro sepulcro”[35].


He intentado localizar los restos que depositó en el Museo Municipal, al que por entonces el erudito se hallaba vinculado. Parece ser que, después de diversos avatares, la mayor parte de los fondos de éste pasaron al Museo Arqueológico, siendo destinado el resto a una pobre ubicación en el patio del Convento de Santa Clara. Doña Carmen Martín, ayudante y bibliotecaria del museo, ha tenido la gentileza de buscar el registro de las piezas que me interesaban, pero no le ha sido posible encontrarlo: posiblemente nunca fuera realizado. A su vez, el sr. director del museo, D. Fernando Fernández, me condujo hasta un trozo de escayola que resultó ser un fragmento de un vaciado de un arco polilobulado que presentaba decoración floral estilizada, de tradición hispano-musulmana, en las enjutas[36]. Estos restos, que no presentan ningún tipo de indicación de procedencia ni cronología, pudieran tal vez pertenecer al vaciado de la decoración del sepulcro del que nos habla Gestoso.

En el propio edificio parece no quedar vestigio alguno de los hallazgos funerarios del erudito. Sin embargo, la madre Mª Luz Cid, superiora del monasterio, descubrió hace ya varios años, en el muro oriental del intradós de la hoy cegada puerta de comunicación entre la capilla del Obispo y el presbiterio, un arco apuntado tallado en la piedra. Por su forma parece ser un arcosolio funerario. Es posible que se trate del sepulcro que según Gestoso apareció en el muro del evangelio, que presentaba el fondo decorado con pinturas murales de imágenes de santos. Hoy día el arco se halla descubierto en su mayor parte (es visible desde el patio), siendo utilizado a manera de gruta artificial para una pequeña imagen de la Virgen.

Las fuentes documentales no suelen ser generosas frente al estudioso del arte medieval hispalense, pero, como estamos comprobando, han hecho una excepción con el convento de los santiaguistas. Así, el libro de visitas de 1498 ofrece sustanciosas noticias sobre las tumbas que se podían hallar en el ábside:

“Está delante el altar un bulto dalauastro, donde se dise que está el maestre Don Lorenço Suares de Figueroa, que fue de la dicha orden, el qual está bien fecho. Ay otras dos tunbas bien fechas, la una dorada, e ay otra sepoltura donde se dize que está el comendador mayor sobrino del dicho maestre, que está debaxo de un arco labrado de jesería muy bien obrado e dorado, con un mocárabes ençima muy bien fecho, e de dentro deste arco está una puerta pequenna por do subir a lo alto de la capilla, e junto esta (?) sepultura está otra sepoltura bien fecha.”[37]

¿Quién es el "comendador mayor sobrino del dicho maestre"? Seguramente se trata de otro personaje también llamado Lorenzo Suárez de Figueroa, que era comendador mayor de León cuando su tío estaba al frente de la orden[38]. Pero lo que más nos interesa es el carácter inequívocamente mudéjar de la sepultura. No se trata de aquella de la que Gestoso realizó un vaciado, pues ésta se encuentra en el lado del evangelio, y aquella en el de la epístola, pero posiblemente no presentaran una estética muy dispar. Especial interés reviste el "mocárabes ençima". Recordemos que en Toledo tenemos varios sepulcros adosados al muro que presentan un friso de mocárabes en la parte superior. Entre ellos, el del infante Fernán Pérez (H1242) en el convento de Santa Fe, el de Fernando Gudiel (H1278) en la catedral, o el de Lupus Fernandi (H1312) en el claustro del convento de la Concepción Francisca[39]. También dentro del mundo funerario, pero sin salirnos de Andalucía, se conservan frisos de mocárabes en la capilla real de Córdoba o en la capilla de la Aurora (antigua de la Piedad) de la iglesia sevillana de Santa Marina. Hemos de suponer que existieron muchos ejemplares más, destruidos sin remedio con el paso de los siglos.

De las otras tres tumbas que se mencionan, posiblemente dos de ellas pertenecían a sendos personajes de los que nos consta que se enterraron en la iglesia de este convento: Arias de Mosquera Moscoso y su hija Isabel de Mosquera, respectivamente padre y hermana del ya mencionado Vasco Mosquera. Como ha señalado el profesor Sánchez Saus, el linaje Moscoso-Mosquera, de ascendencia gallega, se había establecido en Sevilla a la sombra del poderío del Maestre. Así, Suer Vázquez de Moscoso, casado con la hermana de éste, fue comendador de la orden y veinticuatro de Sevilla. Su hijo, Arias de Mosquera, también comendador, y los hijos de éste, Vasco e Isabel de Mosquera, fueron los que se enterraron en el convento que nos ocupa. Cuando ésta (que fue esposa de Enrique de Guzmán, II Conde de Niebla), presa de una enfermedad, hizo testamento en 1431, solicitó ser enterrada en Santiago de la Espada, junto a su padre, vestida en hábito de dominica[40]. A su hermano, como veremos, no le bastó con un lugar en el ábside, y decidió construirse una capilla propia. En cuanto a la tercera tumba que se encontraba en el ábside, de momento no podemos afirmar nada.

Es el momento de reparar en la existencia, en 1501, de "un lienço azul guardapolvo con un cordero pintado en él, y las armas del conde de Feria" en el altar mayor[41]. Por libros de visita muy posteriores, sabemos que se trata del segundo conde, Gómez Suárez de Figueroa y Manuel (H1505), que fundó una capellania en nuestro convento[42]. Este personaje, bisnieto del Maestre, fue gobernador de Castilla y León, y concentró en sus manos abundante poder[43]. Por otra parte, sabemos que en 1509 se gastan 6.093 maravedíes "en complimiento del ánima de Doña Leonor de Figueroa, que dexó a la casa çiertos bienes"[44]. Ignoramos si ella llegó a enterrarse en el convento. Lo que sí sabemos es que fue hermana del segundo conde de Feria, y por tanto también bisnieta del Maestre. Además, estaba casada con Pedro Ponce de León, primo tercero suyo, igualmente bisnieto del fundador de Santiago de la Espada[45]. A su vez, nos habla Rodríguez de la limosna entregada por el tercer conde de Feria en 1514[46]. Sumemos a todo esto la repetida aparición del escudo de los Figueroa: hoy lo vemos esculpido en los canecillos de la cornisa del sector oriental de la iglesia, pero antiguamente también lo encontrábamos pintado en la cara interna de la plementería, como nos relata el libro de la visita de 1549[47].

Resulta pues evidente que existió un vínculo especial entre los condes de Feria y los Mosquera-Moscoso con el convento santiaguista hispalense. Lo que, de momento, no podemos aún calibrar es hasta qué punto esta vinculación fue uno de los motores del desarrollo de las obras constructivas a lo largo del siglo XV.

Por otra parte, los enlaces matrimoniales de los Figueroa permitieron que se enterraran en el templo otras familias (Guzmanes, Añascos)[48]. También lo hizo algún prior del convento, como el humanista Benito Arias Montano. Fallecido en 1598, el mismo año que el rey al que sirvió, Felipe II, fue sepultado en 1605 en el lado de la epístola de la capilla mayor[49]. El sepulcro, realizado en 1605, presenta algunos arcaísmos que se han explicado en función de la voluntad de hacer juego con el del Maestre[50]. Como aquél, también se encuentra hoy depositado en el panteón de sevillanos ilustres.

Sin duda, a lo largo de la Edad Moderna se realizaron otros enterramientos en el templo. Pero de ellos apenas tenemos constancia, y no parece que determinen de manera fundamental la comprensión del edificio.

3.2. La capilla del Obispo.

De ella hoy día sólo nos resta un lienzo mural con un par de rehundimientos, al que se adosa un pilar de sección cuadrangular rodeado en sus tres lados exentos por una línea de imposta, de la cual parte el arranque de un nervio pétreo apoyado en una ménsula que presenta una tosca decoración vegetal. Al llegar a cierta altura, el pilar se transforma en un grueso arco de sección rectangular que en origen debía de ser fajón, posiblemente el arco toral. El nervio es de base no muy amplia, escaso molduraje en la zona intermedia, y bocel ligeramente apuntado que presenta un delgado filete en la punta. Esto nos delata una indudable cronología anterior a la de la iglesia hoy conservada, que presenta unos nervios de base ancha y amplias molduraciones, propios del gótico tardío. La comunicación con la iglesia se realizaría a través del vano hoy cegado ya anteriormente mencionado, actualmente enmarcado por una portada gótica de cantería posiblemente trasladada desde otro lugar del edificio.

Los libros de visita nos permiten conocer cómo era el interior de este recinto:

“Ay otra capilla que se dize del obispo hijo del dicho maestre, el qual está de bulto dalauastro muy bien hecho, e un altar bien ornado. E es la capilla de bóveda e bien solada de ladrillo con sus azulejos, e está ocupada de madera.”[51] (1498)

“La (capilla) de la mano yzquierda tiene un altar y gradas de azulejos, y en medio della está un tunbo de piedra y yeso, y encima del un bulto de lo mismo, que dixeron que hera de Don Lorenço Suárez, obispo que fue de Badajoz, hijo del Maestre Don Lorenço Suárez.”[52] (1549)

“Y bolviendo a la dicha yglesia, en la otra nave que tiene otra puerta al setemptrión, y en entrando por ella a la mano yzquierda está otra capilla de cruzería, y en ella un altar. Y en el arco toral della está una reja de hastas de plata, digo de palo. Y dentro de esta capilla está un bulto labrado de un entierro que se haze relazión en la visita pasada, del obispo de Badajoz hijo del maestre Don Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre que fue de la Orden de Santiago, que fue de este conbento.”[53] (1604)

Sabemos que el segundo hijo del maestre, llamado también Lorenzo Suárez de Figueroa, fue obispo de Badajoz entre 1444 y 1461, aproximadamente[54]. No es posible precisar los motivos exactos por los que este personaje vino a enterrarse a un punto tan alejado de su diócesis, pero es de suponer que entre ellos estaría el deseo de yacer junto a su prestigioso padre. Las fuentes son contradictorias acerca del material en el que estaba realizado: en el libro de 1498 se dice que era de alabastro, como el de su padre, mientras que en el de 1549 se afirma que era "de piedra y yeso".

Por lo demás, se evidencia a las claras que la capilla del Obispo era un espacio cubierto con crucería que ejercía de cabecera de una nave cubierta de madera, sin duda una iglesia cronológicamente anterior a la que hoy se conserva. Aunque podría pensarse que se trata de la capilla allí existente anterior a la fundación, si aceptamos lo que nos decía Zúñiga hay que concluir que nos encontramos ante la iglesia que el Maestre dejó comenzada a principios del XV para su enterramiento: cuando se trasladan los sepulcros a la nueva, el del obispo se quedaría en dicha capilla, que a partir de entonces pasaría a ser nombrada por el enterramiento que albergaba.

¿Cuándo desapareció esta construcción? Si en el libro de visita de 1604 se afirma que la iglesia tiene dos naves, y que existe la capilla del Obispo, y en el de 1721 sólo hay una y no existe tal capilla -al menos no se la menciona-, resulta evidente que la desaparición tuvo lugar en un momento indeterminado del siglo XVII, tal vez en su primera mitad[55].

3.3. La capilla Mosquera.

Ocupa en planta un rectángulo adosado al muro meridional del sector que hemos denominado presbiterio, resultando algo menos ancho que éste, pero casi tan largo, ya que ocupa todo su lateral sur. Se abre completamente a occidente mediante un gran arco de piedra apuntado, cuya embocadura alcanza toda la altura y casi toda la anchura de la capilla. Una bóveda de crucería simple, con espinazo, precede a una cabecera de planta rectangular que se transforma en pentagonal en la parte superior mediante un par de trompas de arista viva. La prolongación del espinazo termina en seis nervios radiales que descansan en una línea de impostas. En conjunto, se trata de una réplica simplificada, a menor tamaño, del sector oriental de la iglesia. Ello pone de manifiesto la indudable búsqueda de prestigio por parte del matrimonio Mosquera, que no sólo levanta una capilla propia, sino que lo hace a imitación del lugar donde se enterraban sus familiares, entre ellos el Maestre.

Las fuentes ofrecen interesantes datos. Por ejemplo, el libro de la visita de 1498:

*E está la capilla bien solada de ladrillo, e en medio un bulto que pareçe de madera, cubierto con un panno de lienço negro e çiertas armas a la redonda.+[56]

El sepulcro mencionado ha de pertenecer con toda probabilidad a Vasco Mosquera. El que no presentara yacente, sino tan sólo una decoración heráldica, demuestra la pervivencia de antiguas y arraigadas tradiciones[57].

Extrañamente, desde 1604 los libros de visita no mencionan la existencia de esta capilla. Tal vez se perdió el culto en ella, lo que puede ser comprensible si tenemos en cuenta que Vasco Mosquera y María de Quadros no tuvieron descendencia que se ocupara de mantenerlo.

 

4. Conclusiones.

Hemos visto cómo el templo del convento hispalense de Santiago de la Espada funciona como espacio funerario de su fundador, el Maestre Lorenzo Suárez de Figueroa, y de diferentes miembros de su familia vinculados con la orden de Santiago, fundamentalmente de la línea que había enlazado con los Mosquera. Así, podemos identificar los restos que se conservan al norte del conjunto con la capilla donde se enterró su hijo, obispo de Badajoz, y la actual sacristía como aquella que levantara para su enterramiento Vasco Mosquera, su sobrino-nieto. Igualmente hemos advertido la vinculación de los Condes de Feria, descendientes directos del fundador, con este convento. También se ha señalado la posibilidad de que la iglesia que hoy vemos sea en realidad no la que construyera el Maestre, sino una nueva, grande y costosa, levantada en la segunda mitad del siglo por promotores hasta ahora no totalmente definidos.

Por ello, a la hora de realizar un análisis histórico-artístico del edificio ha de tenerse en cuenta la importancia del patronato y de las costumbres funerarias, siendo necesario profundizar en la relación de estos elementos con la construcción de la iglesia nueva y de la capilla Mosquera. Ello tal vez pudiera aclararnos el desarrollo arquitectónico y algunas de las particularidades constructivas del mismo.

 


[1]Las aportaciones principales son las siguientes: J. GESTOSO Y PÉREZ: Sevilla monumental y artística, Sevilla, 1889-1892, reed. Sevilla 1894, tomo III, págs. 5-6 y 518-521. E. VALDIVIESO, y A. MORALES: Sevilla oculta, Sevilla, 1980, págs. 227-230. M. C. GUTIÉRREZ LLAMAS: "Estudio histórico-artístico del monasterio de la Asunción de Sevilla, de reverendas madres mercedarias", en Archivo Hispalense n1 202, tomo LXVI (1983), págs. 156-163.

[2]La iglesia del antiguo convento de Santiago de los Caballeros de Sevilla: una aproximación para su estudio histórico-artístico. Trabajo de investigación evaluado en el Departamento de Historia del Arte de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, el día 13 de febrero de 1996.

[3]A. de MORGADO: Historia de Sevilla, 1587, reed. Sevilla, 1981, pág. 383.

[4]J. GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ: Repartimiento de Sevilla, tomo I, Madrid, 1951, pág. 552. F. COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ: Sevilla en la Baja Edad Media, Sevilla, 1984, págs. 68 y ss.

[5]J. MATUTE Y GAVIRIA: Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andalucía, continuación de los que formó D. Diego Ortiz de Zúñiga, t. II, Sevilla, 1987, pág. 244-245. S. MONTOTO DE SEDAS: Esquinas y conventos de Sevilla, Sevilla, 1983, pág. 159.

[6]Bullarium equestris ordinis S. Iacobi de Spatha..., Madrid, 1719, pág. 371. Es posible que el convento se fundara extraoficialmente en 1405 y la bula no se obtuviera hasta cuatro años más tarde. Pero no podemos descartar que Matute se hubiera confundido, y que promulgación de la bula, fundación y fallecimiento tuvieran lugar todos en 1409.

[7]Véanse datos biográficos en: P. de OROZCO y J. de la PARRA: Primera historia de la Orden de Santiago (manuscrito de la Real Academia de la Historia), Badajoz, 1978, págs. 382-386. F. de RADES Y ANDRADA: Crónica de las tres órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, Barcelona, 1980, fols. 53-55. V. CARDEDERA Y SOLANO: Iconografía española, Madrid, 1855 y 1864, t. I, est. XXXVII. A. y A. GARCÍA CARRAFA: Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos, Salamanca, 1939, t. 33, pág. 25. A. de FIGUEROA Y MELGAR: Estudio histórico sobre algunas familias españolas, Madrid, 1965, t. I, págs. 86 y ss.

[8]OROZCO y PARRA: ob. cit, pág. 384.

[9]Bullarium...: pág. 371. MORGADO: ob. cit., pág. 383.

[10]D. ORTIZ DE ZÚÑIGA: Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla. Ilustrados y corregidos por D. Antonio María Espinosa y Cárcel, ed. facsímil, Sevilla, 1988, tomo II, pág. 320.

[11]Pedro de Orozco y Juan de la Parra afirman que falleció en Alhambra en 1410, pero parece que se trata de un error: ob. cit., pág. 450.

[12]Ibídem. Sin embargo, se confunde parcialmente Zúñiga al afirmar que en el collar del perro "se ven grabadas letras Amad Amadis: palabras con que su dueño solía halagarlo", pues en realidad lo que se lee es el nombre del animal por duplicado: Amadís, Amadís.

[13]ORTIZ DE ZÚÑIGA: ob. cit., t. V, pág. 40. La fecha de 1599 es un lapsus del autor, pues en su momento dio la correcta, 1598.

[14]P. de MADRAZO: Sevilla y Cádiz, Barcelona, 1884, pág. 610. Posiblemente conoce la existencia de una iglesia anterior a la actual gracias a Zúñiga.

[15]D. RODRÍGUEZ BLANCO: "El monasterio de Santiago de la Espada de Sevilla", en Historia, Instituciones, Documentos, n1 6, Sevilla, 1979, págs. 11-13. Agradezco a D. Daniel Rodríguez la ayuda que me ha prestado durante la realización de este trabajo, sobre todo en relación a la consulta de los fondos documentales del Archivo Histórico Nacional.

[16]Ibídem, pág. 16. En los libros de visita se habla de dicho legado, pero no se especifica su fecha. Véase también M. A. LADERO QUESADA: "La orden de Santiago en Andalucía. Bienes, rentas y vasallos a finales del siglo XV", en H. I. D. nº 2, Sevilla, 1975, págs. 335-336.

[17]Sólo contamos con dos fechas seguras en la vida de Vasco Mosquera: en 1431, según el testamento de su hermana (que falleció joven), era menor de edad, y en 1477 los Reyes Católicos le amparan, junto a su esposa, en la posesión de Torralba. También aparece este nombre en un documento de 1446. GARCÍA CARRAFFA: ob. cit., t. 59, pág. 184. R. SÁNCHEZ SAUS: Linajes sevillanos medievales, Sevilla, 1991, 2 vols., págs. 207 y 394.

[18]J. CARRERO RODRÍGUEZ: Anales de las cofradías sevillanas, Sevilla, 1984, págs. 396-397. R. CAÑIZARES JAPÓN: "Sobre el origen de la Soledad" en Soledad n1 62, Sevilla, 1995, págs. 18-19.

[19]CARRERO: ob. cit., págs. 396-397. El claustro mencionado no es el clasicista que hoy centra la clausura de las mercedarias, sino uno de morfología mudéjar actualmente desaparecido.

[20]A. PASTOR TORRES: "La Soledad y Felipe II", en ABC de Sevilla, 14 de Marzo de 1994, pág. 56. A. PASTOR TORRES y R. CAÑIZARES JAPÓN: "El primer palio de la Soledad", en ABC de Sevilla, 5 de Abril de 1996, pág. 38. Agradezco D. Alvaro Pastor, compañero de estudios universitarios, la información que me ha facilitado acerca de la estancia de la hermandad de la Soledad en el convento santiaguista.

[21]CARRERO: ob. cit., págs. 396-397.

[22]En próximas publicaciones se abordarán estos elementos con mayor detenimiento.

[23]MATUTE: ob. cit., págs. 244-247.

[24]MONTOTO: ob. cit., pág. 160. GESTOSO: ob. cit., t. III, pág. 6. J. GONZÁLEZ DE LEÓN: Noticia artística de todos los edificios públicos de esta muy noble ciudad de Sevilla, Sevilla, 1844 (reimpresión, 1973), pág. 242.

[25]GESTOSO: ob. cit., t, III, págs. 518-521. No parece oportuno razonar ahora si es conveniente aplicar el término "mudéjar" a este edificio.

[26]GUTIÉRREZ: ob. cit., págs. 156-162.

[27]Los libros de visita se encuentran en el Archivo Histórico Nacional, sección Órdenes Militares, entre los libros manuscritos. Por ello, en las notas sólo indicaré la signatura del volumen correspondiente y la numeración de página. En este caso se trata del 1105-C, pág. 305.

[28]Libro 1111-C, pág. 157.

[29]Libro 1467-C, sin numerar.

[30]M0 del Carmen Gutiérrez afirmó, remitiéndose a modelos cistercienses, que estos restos debían de corresponder a la sala capitular. Tal hipótesis queda descartada. Curiosamente, planteó "otra posibilidad, muy remota, y es que fuesen los comienzos, nunca acabados, de una iglesia o capilla paralela, similar al ejemplo que nos ofrece San Isidoro del Campo -Santiponce- (Sevilla)". GUTIÉRREZ: ob. cit., págs. 158-159. Como vemos, no resultaba tan remota, si bien no se trata de los comienzos, sino de los restos, de una nave paralela.

[31]Libro 1107-C, págs. 1088-1090.

[32]D. ANGULO IÑÍGUEZ: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII, XIV y XV, reed. Sevilla, 1983, págs. 48 y ss., y 123. GUTIÉRREZ: ob. cit., págs. 156-163. Estos aspectos los he desarrollado en el trabajo de investigación ya citado, e irán siendo presentando en próximas publicaciones.

[33]CARDEDERA: ob. cit., sin numerar. J. BERNALES BALLESTEROS: "Retablos y esculturas", en Universidad de Sevilla. Patrimonio Monumental y artístico, Sevilla, 1986, págs. 84-88.

[34]Libro 1111-C, pág. 157.

[35]GESTOSO: ob. cit., t. III, págs. 520-521.

[36]La altura máxima de esta pieza es de 68 cms, y su anchura máxima de 50 cms. El diámetro de cada lóbulo es de 10 cms. Agradezco al sr. director y la sra. ayudante del museo su amable ayuda.

[37]Libro 1102-C, pág. 268.

[38]GARCÍA CARRAFA: ob. cit., t. 33, pág. 23. RADES: ob. cit., fol. 55.

[39]B. MARTÍNEZ CAVIRO: Mudéjar toledano. Palacios y conventos, Madrid, 1980, págs. 52-57. J. M. AZCÁRATE RISTORI: Arte gótico en España, Madrid, 1990, págs. 81-83.

[40]*...mando que sea enterrado mi cuerpo en la iglesia del Monasterio de Santiago de los freyles de Santiago del espada (...) en la sepoltura donde está enterrado el dicho mi padre+. Real Academia de la Historia, Salazar, M-1, fol. 63 ver. Murió siendo aún joven, pues por entonces su madre aún vivía, y su hermano Vasco era menor de edad. SÁNCHEZ: ob. cit., págs. 207-209.

[41]Libro 1105-C, pág. 305.

[42]Libro 1470-C, págs. 372 y ss.

[43]GARCÍA CARRAFA: ob. cit., t. 33, págs. 26 y 27.

[44]Libro 1108-C, pág. 1416.

[45]GARCÍA CARRAFA: ob. cit., t. 33, pág. 27.

[46]RODRÍGUEZ: ob. cit., cuadro n1 3.

[47]Libro 1111-C, pág. 160.

[48]ORTIZ DE ZÚÑIGA: ob. cit., t. V, pág. 40. Libro 1470-C, págs. 372-387.

[49]Libro 1468-C, fol. 7 anv.

[50]BERNALES: ob. cit., págs. 88-91. No nos detenemos más en esta obra porque resulta ajena a la época medieval en la que nos estamos moviendo.

[51]Libro 1102-C, pág. 268.

[52]Libro 1111-C, pág. 157.

[53]Libro 1467-C, sin numerar.

[54]GARCÍA CARRAFA: ob. cit., t. 33, págs. 25 y 26. Dicionario de historia eclesiástica de España, Madrid, 1972, t. I, pág. 176. Solano de Figueroa afirmó que el obispo Fernando, que vistió la mitra de Badajoz durante las dos últimas décadas del siglo XIV, fue también hijo del Maestre y que se enterró en Santiago de la Espada. J. SOLANO DE FIGUEROA Y ALTAMIRANO: Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz (manuscrito del siglo XVI), primera parte, Badajoz, 1929, t. IV, págs. 84 y ss. Sin embargo, este personaje no aparece en el Diccionario... ni en la obra de García Carrafa. Es posible que Solano de Figueroa confundiera la lápida y el nombre del obispo Lorenzo Suárez de Figueroa con los del misterioso obispo Fernando que al parecer desempeñaba este cargo a finales del XIV, y que murió antes de que se fundara el convento hispalense. Por otra parte, hemos de señalar que un nieto del Maestre, Gómez Suárez de Figueroa, fue también obispo de Badajoz, ya en el último tercio del XV.

[55]En 1667, fecha en la que se edita la obra de Zúñiga, la iglesia primitiva se hallaba arruinada, aunque no sabemos si el analista se refería sólo a la nave, o también lo estaba su cabecera.

[56]Libro 1102-C, pág. 268.

[57]J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE ALDAZ: "La primera escultura funeraria gótica en Sevilla: la Capilla Real y el sepulcro de Guzmán el Bueno (1248-1320)", en Archivo Español de Arte, n1 270 (1995), págs. 111-129.

En torno a la cronología del templo de San Dionisio de Jerez de la Frontera

Fernando LÓPEZ VARGAS-MACHUCA: "En torno a la cronología del templo de San Dionisio de Jerez de la Frontera", en Archivo Español de Arte, nº 287, Madrid, 1999, págs. 345-349.

Este artículo fue mi primer paso para determinar la cronología del emblemático templo jerezano, sirviendo sus aportaciones de ayuda para que Manuel Romero Bejarano y José María Guerrero Vega hayan realizado importantes aportaciones a la cuestión. A su vez, las publicaciones de estos colegas y amigos sobre San Dionisio están siendo en estos momentos una sólida base para un trabajo que esperamos avance de manera considerable sobre lo que hasta ahora entre todos hemos venido presentando.
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Uno de los capítulos más interesantes en el desarrollo de la arquitectura cristiana medieval en Andalucía es el referido a los templos levantados en Jerez de la Frontera, en los que formas del primer gótico castellano van a convivir con motivos procedentes del arte almohade que les van a conferir un aspecto sumamente original. Por desgracia, la casi total carencia de datos seguros acerca de la edificación de los mismos, unida a la pervivencia de fórmulas arcaizantes a lo largo de un dilatado período de tiempo, ha impedido establecer una línea cronológica fiable que permita determinar con exactitud la evolución de la arquitectura en esta ciudad desde la conquista cristiana hasta que la decisiva implantación de la estética de la catedral de Sevilla señale un nuevo y fructífero rumbo en el devenir de las formas arquitectónicas de la órbita jerezana.

En este breve artículo nos vamos a acercar a uno de los monumentos fundamentales del grupo: la iglesia dedicada a San Dionisio, santo patrón de la ciudad. Se trata de un edificio singular por la original ornamentación que presentan los pilares y arcadas de sus tres naves, las portadas de las capillas y los vanos -ciegos o no- del hastial y de la mitad inferior de la famosa torre de la Atalaya; ésta, adosada al ábside del Evangelio, es propiedad municipal desde su construcción. El amplio ábside principal y la complicada bóveda del “crucero”, aunque son de estirpe gótica, pertenecen a una fase estilística claramente posterior.

Jerez San Dionisio pilar 

Dado que hasta los años sesenta el interior del templo permaneció enmascarado por una reforma dieciochesca, la peculiar decoración de arcos y pilares no pudo ser analizada en los fundamentales trabajos de Diego Angulo e Hipólito Sancho de Sopranis (1). Tras la decisiva restauración promovida por el padre Luis Bellido (aún hoy cura párroco) y culminada por el arquitecto Rafael Manzano, diferentes historiadores se han acercado al edificio para exponer sus particulares puntos de vista, que divergen especialmente en lo que respecta a la cronología: es alfonsí para Rafael Cómez, de mediados del XV para Alfonso Jiménez, quien señala su relación con la parroquia de El Salvador de Vejer de la Frontera, y de la segunda mitad del XIV para Carlos García (2). La fecha de 1457 que recogen por inercia diversos investigadores no tiene valor en lo que se refiere a labores constructivas (3). Pues bien, nuestra intención es arrojar alguna luz al respecto presentando una montea hasta ahora inédita existente en el interior de la torre.

También conocida hasta el pasado siglo como "torre del reloj de la ciudad", la torre de la Atalaya se compone de dos cuerpos prismáticos de planta rectangular. El pequeño, adosado al muro occidental del mayor, cumple la función de albergar una escalera de caracol, la cual gira en sentido contrario al de las agujas del reloj; a ella se accede desde el interior de la iglesia (la puerta que comunicaba la escalera con el exterior fue eliminada durante la restauración). El grande se distribuye en dos pisos, con sendas estancias cubiertas mediante bóvedas de crucería simple, con plementería de ladrillo, cuyos nervios parten de columnillas cortadas que presentan capiteles vegetales y de mocárabes. En la inferior los nervios poseen bocel de remate plano, al igual que los de la bóveda de acceso meridional al templo. En la estancia superior se hallan flanqueados por dientes de sierra. El que ésta se orne al exterior con cardinas y arcos conopiales que delatan fechas muy avanzadas (4) pone de manifiesto que el cuerpo superior se realizó bien entrado el siglo XV (5).

El cuerpo inferior es sin duda anterior a éste: frecuentemente se ha señalado el contraste en la ornamentación de los vanos y el cambio en la disposición interna de la escalera. Añádase ahora a estas circunstancias la parcial alteración de los modelos de los numerosos signos de cantería que aparecen grabados en los muros. No podemos aquí extendernos sobre este aspecto, que exige un estudio monográfico, pero hemos de subrayar que el que tal alteración sea sólo parcial parece indicar que la paralización de las obras, cuya causa seguimos ignorando, no debió de ser muy dilatada.

La montea se encuentra situada en la mitad inferior de la escalera, en un descansillo que accede desde la misma hasta un hueco que permite contemplar de cerca la alta bóveda del primer cuerpo (aproximadamente en la hilada cuarenta y tres). Cerca encontramos dos esbozos del mismo motivo, probablemente también monteas. Consiste en un lazo en forma de ocho tallado con cierto volumen, con el trazo inferior resuelto en suaves curvas y el superior apuntado.

Pues bien, dicho tipo de lazo es precisamente el que aparece en el extremo inferior de los peculiares baquetones entrelazados que recubren cada una de las cuatro caras de los pilares de la iglesia. Ciertamente encontramos abundantes lacerías en otros lugares del edificio, pero la montea corresponde única y exactamente a los "ochos" de estos gruesos baquetones. Ello lleva a pensar que el cuerpo inferior de la torre pertenece a la misma campaña constructiva en la que se levantaron los pilares y arcos del templo.

Aunque este aspecto lo corrobora la identidad del repertorio decorativo (entrelazo, angrelado, mocárabes), se ha venido sosteniendo que toda la torre es posterior a la construcción de las naves. Tal hipótesis fue planteada en 1932 por Angulo, quien sagazmente reparó en que los muros laterales de la misma se habían formado recreciendo dos contrafuertes del muro del Evangelio (6). Sin embargo, la montea aquí presentada y la referida similitud en la ornamentación (7) parecen contradecir esta afirmación.

Jerez San Dionisio cabecera evangelio

La contradicción se resuelve si establecemos que el ábside junto al que se levanta la torre es una reutilización parcial de una fábrica anterior. El análisis detallado del ábside (perfil de los nervios, disposición de los sillares, ventanas ocultas por el retablo de San Cayetano) nos confirmará en un próximo trabajo esta hipótesis. Nada inhabitual que fueran parcialmente aprovechadas estructuras de un edificio primitivo (último tercio del XIII o primero del XIV) a la hora de levantar el espléndido conjunto que hoy contemplamos: posiblemente las muy alteradas portadas septentrional y occidental corresponden también a una cronología más temprana.

La única fecha que conocemos correspondiente a las obras medievales de nuestro edificio se refiere a la torre: en las Actas Capitulares del Cabildo del 17 de marzo de 1447, se lee que «fue ordenado faser relox...» (por el Adelantado Per Afán de Ribera) «..., e está çerca de fecha la torre para el dicho relox,...» (8). Tenemos así la certeza de que en dicho momento ésta se encontraba en obras, lo que encaja con la afirmación de Bartolomé Gutiérrez -que no cita su fuente- según la cual fue levantada en 1449, fecha que podría corresponder a la momentánea culminación de la empresa (9). De esta manera tenemos un término ante quem para la construcción no sólo de la torre, sino también de los pilares y arcos de las naves (10).

Aún es necesaria una investigación más a fondo sobre este edificio y otras realizaciones de su órbita (11). Sea como fuere, podemos establecer que las naves del templo parroquial de San Dionisio y el primer cuerpo de su torre fueron construidos dentro de una misma campaña, no posterior a 1449, y muy probablemente dentro de la propia primera mitad del siglo XV.

NOTAS

[i]. D. ANGULO ÍÑIGUEZ: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII, XIV y XV, Sevilla, 1932, reed. 1983. H. SANCHO DE SOPRANIS: Introducción al estudio de la arquitectura en Jerez, Cuaderno de estudio nº 1 de la revista Guión, Jerez, 1934. La primera de estas obras sigue estando vigente en líneas generales, pero el análisis de los templos jerezanos es claramente incompleto. Mucho más extensa, novedosa y documentada resulta la segunda, aun también con reparos.

[ii]. R. CÓMEZ RAMOS: Arquitectura alfonsí, Sevilla, 1979, págs. 113-119. A. JIMÉNEZ MARTÍN: "Arquitectura gaditana de época alfonsí", en Cádiz en el siglo XIII, Cádiz, 1983, pág. 150. C. GARCÍA PEÑA: Arquitectura gótica religiosa en la provincia de Cádiz. Diócesis de Jerez, tesis doctoral leída en la Universidad Complutense de Madrid en 1990, págs. 402-406.

[iii]. Esta fecha fue aportada por Mesa Xinete, quien presentó el testamento de un tal Juan Román, el cual declaraba haber comprado entonces una sepultura «junto a el altar mayor, que por entonces se estaba labrando» (el subrayado es nuestro). Como vemos, esta expresión no tiene nada que ver con la erección de las naves. F. MESA XINETE: Historia sagrada y política de Xerez de la Frontera, Jerez, 1888, págs. 181-182.

[iv]. Como acertadamente ha señalado Carlos García, existe un cierto parecido entre el vano ciego de la cara oriental y los respaldos de la sillería alta del coro de la catedral de Sevilla, obra concluida y firmada por Nufro Sánchez en 1478. GARCÍA: ob. cit., pág. 383.

[v]. La aparición de dientes de sierra en la bóveda de un recinto ornado con los elementos referidos demuestra que en Jerez se sigue usando este motivo en fechas muy avanzadas, como ocurre en el templo de Santo Domingo. F. LÓPEZ VARGAS-MACHUCA: "Un ejemplo de reutilización y asimilación de arquitectura almohade: la iglesia del convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera", en El Mediterráneo y el Arte Español. Actas del XI congreso del CEHA (Valencia. Septiembre 1996), Valencia, 1998, págs. 27-30.

[vi]. ANGULO: ob. cit., págs. 160-162. Este autor señaló la relación entre los vanos de la torre y las puertecillas del ábside del templo de San Juan de los Caballeros, pero hoy día no podemos apoyarnos en tal similitud para establecer precisiones cronológicas, ya que éstas son falsas. SANCHO DE SOPRANIS: ob. cit., pág. 4.

[vii]. «Es verdad que la fábrica de la torre aparece claramente añadida a la principal de la iglesia contigua, pero son tantos los detalles que enlazan la torre con la iglesia misma, que hay que suponerlas muy poco separadas en el tiempo». C. PEMÁN: "Sobre la torre de San Dionisio de Jerez", en Academia, 1953-54, t. II, págs. 88-90.

[viii]. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera, Actas Capitulares de 1447, fol. 24 v. Este documento fue publicado por A. MUÑOZ Y GÓMEZ: Historiógrafos y antigüedades de Xerez de la Frontera, Jerez, 1889, págs. 161-162. Posteriormente fue recogido por M. ESTEVE GUERRERO: Jerez de la Frontera (Guía oficial de arte), Jerez, 1952, pág. 122. Posiblemente en el mismo se base la certificación del Ayuntamiento de 1977 que Carlos García ha presentado según la cual la torre de la Atalaya figura en todos los inventarios municipales desde 1447. GARCÍA: ob. cit., pág. 406


[ix]. B. GUTIÉRREZ: Historia del estado presente y antiguo de la muy noble y muy leal Xerez de la Frontera, Jerez, 1886, (ed. facsímil: 1989), vol. I, pág. 312.

[x]. Luis de Grandallana señaló otra fecha: 1420. Dado que no hemos logrado localizar su fuente, resulta arriesgado caer en la tentación de establecer que ésta corresponde al primer cuerpo (y por ello a las naves), y que en 1447-49 lo que se levanta es el segundo, donde estuvo colocado el reloj. L. de GRANDALLANA Y ZAPATA: Noticia histórico-artística de algunos de los principales monumentos de Jerez, Jerez, 1885 (ed. facsímil: 1989), pág. 43.

[xi]. En la portada occidental de la parroquia de la O de Sanlúcar de Barrameda se entremezclan elementos decorativos que encontramos en los dos cuerpos de la torre de la Atalaya. Sobre la cronología ofrece una hipótesis interesante H. SANCHO DE SOPRANIS: "Un monumento mudéjar poco conocido de la Baja Andalucía: Santa María de la O de Sanlúcar de Barrameda", en Mauritania, marzo de 1943, nº 184, págs. 75-79.

viernes, 6 de enero de 2012

Notas en torno a los espacios funerarios de la aristocracia en la arquitectura medieval jerezana

Fernando LÓPEZ VARGAS-MACHUCA: "Notas en torno a los espacios funerarios de la aristocracia en la arquitectura medieval jerezana", Revista de Historia de Jerez, nº 5, Jerez, 1999, págs. 71-85.

Además de responder al título del enunciado, en este trabajo realicé mi primer intento de organizar y sistematizar mis ideas en torno el “gótico-mudéjar” jerezano. Desde entonces hasta ahora creo haber avanzado bastante en mi conocimiento sobre algunos de los edificios aquí tratados, pero el contenido del texto sigue en su mayor parte vigente.

Ninguna de las aportaciones aquí realizadas ha sido recogida en el trabajo de Ricarda LÓPEZ GONZÁLEZ: El mudéjar en Jerez, Jerez, 2004.

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Este trabajo fue presentado en el encuentro de historiadores en homenaje al profesor Antonio Cabral Chamorro que tuvo lugar en enero de 1998 en Jerez de la Frontera. Por desgracia, a la hora de la publicación problemas de espacio dejaron fuera a la mayoría de las comunicaciones, la presente entre ellas. Aquí el texto primitivo ha sido conservado casi en su integridad, si bien he actualizado algunos aspectos y añadido las novedades bibliográficas.

El objetivo es el mismo que el de entonces: ofrecer una pequeña aportación al estudio de la arquitectura medieval jerezana, el cual se halla actualmente un tanto anquilosado, toda vez que la mayor parte de la bibliografía generada sobre el tema a lo largo de los últimos sesenta años ha tomado como base dos publicaciones insuficientes a la hora de su análisis: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII, XIV y XV, del por otra parte grandísimo historiador Diego Angulo Íñiguez[1], y la Guía Oficial de Arte elaborada por el incansable Manuel Esteve Guerrero[2].

Jerez de la Frontera Manuel Esteve Guia Artistica

Mientras tanto, la interesantísima Introducción al estudio de la arquitectura en Xerez (1934) del historiador portuense Hipólito Sancho de Sopranis[3], que ofrece abundantes y sustanciosas aportaciones, ha venido siendo ignorada por la mayoría de los investigadores[4]. Ni siquiera se utiliza en una tesis doctoral realizada no hace mucho sobre el gótico jerezano, cuya metodología y resultados no comparto[5]. Un reciente trabajo de conjunto sobre el tema se limita a repasar las diferentes opiniones vertidas por la historiografía[6].

Por todo lo expuesto he adoptado un punto de vista eminentemente crítico, poniendo en tela de juicio parte de las cronologías y de las identificaciones aceptadas hasta ahora por la bibliografía y, al mismo tiempo, trabajando directamente sobre los propios monumentos, que ofrecen un buen número de detalles morfológicos de los que en su momento se podrá sacar buen provecho. El resultado ha generado muchas más preguntas que respuestas; esto, antes que desanimar, debe resultar un incentivo para futuras investigaciones mías y, espero, de otros historiadores[7].

 

I - ARQUITECTURA RELIGIOSA JEREZANA EN EL CUATROCIENTOS

Fue Jerez de la Frontera uno de los más activos centros de arquitectura religiosa durante el último siglo del medievo andaluz. Justamente famosa es la serie de templos que siguen las pautas marcadas por la nueva y flamante catedral de Sevilla, iniciados durante el último cuarto del XV y completados a lo largo del XVI[8]: San Mateo, San Marcos, Santiago, San Miguel, La Merced y La Cartuja de la Defensión. Pero nos vamos a centrar en aquellas construcciones habitualmente calificadas como "gótico-mudéjares", que fueron realizadas probablemente a lo largo de los dos primeros tercios del cuatrocientos por un taller de canteros de fuerte personalidad estilística que llega a trabajar en puntos relativamente alejados como Sevilla o Vejer de la Frontera[9].

A pesar de la pobreza del material utilizado, la inevitable piedra de la Sierra de San Cristóbal[10], la originalidad creativa de este taller resulta de un especial interés por la peculiar mixtura de formas cristianas e islámicas, logrando en ocasiones efectos de gran vistosidad.

a) Elementos cristianos.

Son fundamentalmente aquellos propios del primer gótico castellano, el que nos encontramos en el monasterio de las Huelgas de Burgos, la catedral de Cuenca o el refectorio de Santa María de Huerta[11]: bóvedas de crucería simple con las claves unidas por un nervio de espinazo, columnillas "colgantes" funcionando como ménsulas en las que reposan los nervios, dientes de sierra y puntas de diamante.

Muy acertada parece la teoría del profesor Cómez según la cual estos templos jerezanos fueron levantados por un taller que había trabajado previamente en Córdoba[12]. Sin embargo, la cronología que establece para su llegada resulta excesivamente temprana: poco después de 1264, fecha de la reconquista[13]. Si aceptamos la cronología que Mª Ángeles Jordano propone para los templos de la ciudad califal[14], llegamos a la conclusión de que la sintaxis de las formas no se corresponde a la de las primeras parroquias cordobesas, sino a un lenguaje algo más evolucionado que se utilizaba a lo largo de la segunda mitad del trescientos: cabecera de la colegiata de San Hipólito, abovedamiento del ábside de San Miguel y capilla de los Vargas en la misma parroquia[15].

Por otra parte, resulta difícil aceptar que en la sumamente problemática y peligrosa Jerez de la segunda mitad del XIII y primera del XIV -en 1340 la batalla del Salado alejó definitivamente la amenaza meriní- se levantaran edificaciones de tal magnitud. Sólo el desarrollo demográfico, económico y social del cuatrocientos pudo hacerlas realidad. Todo ello induce a pensar que el taller cordobés no se desplazó a Jerez hasta, como muy pronto, el último cuarto del siglo XIV, si bien las formas que trae son, como se ha explicado, muy anteriores.

b) Elementos islámicos.

Además de una tipología edilicia concreta, la qubba (planta cuadrada cubierta por cúpula, generalmente sobre trompas de arista viva), se asimilan diversos de elementos de ascendencia almohade a partir de la reutilización de edificaciones previas a la conquista castellana: arcos polilobulados ciegos, lacerías, angrelados, racimos de mocárabes, etc. Alicatados y yeserías han desaparecido casi por completo, aunque se han conservado algunos testimonios significativos que nos permiten imaginar unos interiores muy distintos a los que hoy contemplamos[16].

Un rasgo interesante a destacar es que los angrelados (cintas polilobuladas entrecruzadas) del foco jerezano, a diferencia de los del sevillano, presentan un pequeño nudo que enlaza la clave del lóbulo interno con la del externo. Ello permite identificar la participación del taller de Jerez en otras localidades.

Dejando a un lado las qubbas, plenamente mudéjares, comprobamos que las formas almohades se utilizan dentro de una estética cristiana, a la manera de claves, ménsulas, impostas o arcos formaletes. Dicho de otra manera: el léxico contiene algunos elementos islámicos, pero la sintaxis de los mismos es gótica. De ahí que de momento parezca oportuno mantener la discutida y discutible expresión "gótico-mudéjar" que se ha venido aplicando a estos edificios.

 

II - ESPACIOS FUNERARIOS

El patronazgo de los linajes más destacados de la sociedad en busca de un lugar apropiado para el descanso eterno va a ser uno de los motores decisivos a la hora de construir. Como demuestra el profesor Isidro Bango, a partir del siglo XII es práctica habitual en Castilla el enterramiento en el interior de los templos, primero de unas pocas personalidades de excepción, más tarde de la mayoría de los ciudadanos[17]. Esta aseveración nos la confirman para el caso jerezano los testamentos asentados en los protocolos de 1414 y 1448 que pueden consultarse en el Archivo Municipal: aunque el cementerio al exterior de las parroquias sigue siendo ampliamente utilizado, son mayoría los que logran enterrarse en su interior[18].

Lógicamente, los grandes señores van a señalar su preeminencia desde un punto de vista espacial estableciendo una jerarquización social del interior del templo. Primero se conforman con un arcosolio abierto en el muro o con ocupar un lugar destacado como el presbiterio. Pero con el tiempo no será suficiente. Como afirma Bango, "una vez conseguido un lugar en el interior de los templos, el deseo de prestigio lleva a los hombres a buscarse un espacio propio, que pueda dotar con su munificiencia para que quede como exponente de la importancia de su linaje y valía personal"[19].

No encontramos en Jerez las fastuosas construcciones funerarias que los grandes del reino construyen para su ostentación en las más importantes catedrales castellanas. Pero sí una serie de capillas que permanecen como testimonio del deseo de preeminencia y prestigio de ciertos sectores de la sociedad en busca de su ennoblecimiento. Como ha señalado el profesor Sánchez Saus, la aristocracia jerezana "es el resultado del reconocimiento social logrado por realidades tales como la riqueza agropecuaria, el eficaz servicio a la corona y a la alta nobleza, la participación en las guerras de frontera y la ocupación de cargos concejiles. La plena integración en ella se expresaba a través de la dotación de capellanías y entierros familiares, la fundación de vínculos y mayorazgos y la cotidiana ostentación de la opulencia"[20].

Dejando totalmente a un lado las construcciones en la órbita del gótico tardío derivado de la Catedral de Sevilla, así como las noticias sobre aquellas hoy desaparecidas, voy a presentar una relación de las capillas "gótico-mudéjares" de los templos jerezanos, distribuyéndolas en cuatro grupos diferentes en función de su morfología. No se va a realizar ningún análisis formal exhaustivo, pero se señalarán algunos aspectos aislados interesantes de cara a futuras investigaciones. Su finalidad esencialmente -aunque no exclusivamente- funeraria obliga a citar las circunstancias de los diversos linajes que ejercían su patronazgo. No obstante, hay que tener muy en cuenta que el que en determinada fecha tal personaje fundara tal capilla no significa necesariamente que ésta fuera levantada justo entonces: puede ser tanto anterior (es habitual el reaprovechamiento de espacios preexistentes) como posterior (un descendiente puede reconstruir la capilla familiar para gloria personal y de su linaje).

Por ello, la cronología precisa de las capillas sólo podrán establecerla con la suficiente fiabilidad futuros análisis más minuciosos. Entonces tendremos una base para, a través de un estudio multidisciplinar, definir el comportamiento de la aristocracia jerezana a la hora de elegir enterramiento y sus consecuencias en el ámbito artístico.

Para evitar una innecesaria acumulación de notas repetitivas, indico desde el principio que la mayor parte de los datos históricos presentados, salvo que se indique lo contrario, están tomados de dos obras cuya consulta resulta indispensable. La primera, la ya referida Introducción al estudio de la arquitectura en Jerez de Hipólito Sancho de Sopranis, concretamente los capítulos I, II, III y VII. La segunda, los dos monumentales tomos de Linajes medievales de Jerez de la Frontera, del profesor Rafael Sánchez Saus[21].

 

III - CATÁLOGO DE CAPILLAS "GÓTICO-MUDÉJARES"

1. CAPILLAS "ARCAICAS"

Aunque no parecen ser obra del mismo taller, he agrupado a estas dos capillas por su simplicidad en cierto modo arcaizante y por ciertas semejanzas formales. Ambas se hallan cubiertas por una bóveda de crucería simple -cuatripartita- cuyos nervios descansan en toscas ménsulas figuradas, presentando la punta de aquellos un ligero rehundimiento que no se halla presente en otros edificios jerezanos ni sevillanos.

1.1. Capilla de la Astera en San Dionisio.

Situada a los pies de la nave de la Epístola[22], posee plementería de ladrillo, al igual que otras bóvedas del templo. Es la única capilla jerezana a la que se adosa a Oriente un espacio de planta rectangular a modo de “presbiterio”; en Sevilla nos encontramos con algunos casos (qubbas en Santa Marina y San Andrés), aunque allí éste se cubre con bóvedas de espejo, y aquí con crucería. De todas formas hay que tener cuidado a la hora de su análisis morfológico, ya que fue intensamente restaurada en los años sesenta.

Jerez San Dionisio Capilla Bautismal

Consta por el testamento de Elvira Martínez, viuda de Diego Sánchez Astero, tener fundada su capilla en la fecha del mismo, 1430. De momento no podemos concretar más.

1.2. Capilla de los Pesaños en San Marcos.

Se encuentra cerca de la cabecera, en el lado de la Epístola. Los dientes de sierra que flanquean los nervios la ponen en relación con el grupo que veremos a continuación.

Su identificación la realizó Sancho de Sopranis. Consta que ya en 1366 esta familia de origen genovés tenía capilla en esta parroquia, fecha bastante temprana en relación con las otras noticias que tenemos sobre enterramientos de linajes jerezanos.

 

2. CAPILLAS DEL TALLER DE SANTO DOMINGO

También cubiertas mediante crucería, forman un grupo uniforme directamente relacionado con el abovedamiento de la impresionante nave principal (la que conforma el brazo horizontal de la "T" que dibuja la planta) del convento de Santo Domingo, obra "gótico-mudéjar" al parecer iniciada en 1430[23].

Así, como en el convento de predicadores, los nervios se hallan flanqueados por dientes de sierra -creando un efecto muy vistoso- y descansan en columnillas "suspendidas" unidas entre sí por una imposta de puntas de diamante. Se despliegan racimos de mocárabes en los capiteles de dichas columnillas y en las claves de las bóvedas, aunque las restauraciones han alterado algunos elementos. Que las trompas de las esquinas no sean nervadas, sino de arista viva, ha sido interpretado como otra influencia del arte islámico local.

2.1. Capillas de los Suárez de Toledo y Capilla bautismal en San Mateo.

Se hallan juntas en el lado de la Epístola, en el sector occidental de la gran nave[24], y presentan la misma estructura: planta cuadrada cubierta con una bóveda estrellada. La de los Suárez de Toledo, linaje que destacó en el XV, ha perdido buena parte de sus elementos originales.

El arco de acceso a la bautismal parece haber tenido forma de herradura, si bien al exterior no presenta lacerías almohades, como despistadamente afirmó Sancho, sino muy góticos trilóbulos. No consta que ésta tuviera finalidad funeraria -aunque posiblemente la tuvo-, pero por su similitud morfológica a la anterior ha de ser mencionada.

2.2. Capilla de los Zarzana en San Juan.

Situada en el lado de la Epístola, fue en tiempos capilla de San José, mas hoy alberga la imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas, de la Hermandad de la Vera-Cruz. Posee planta ligeramente rectangular cubierta mediante una bóveda de terceletes. Las puntas de diamante, además de formando una línea de imposta, aparecen aquí también en los arcos formaletes, al igual que en el ábside del templo, un detalle muy a tener en cuenta, pues no se repite en ningún otro edificio jerezano.

Conviene recordar que el frontal mudéjar es en realidad, como advirtió Sancho, decimonónico[25].

2.3. Capilla de Lorenzo Fernández de Villavicencio en San Lucas y Capilla de la Paz en Santiago.

Son unas "mini-naves" de dos tramos de crucería simple con espinazo rematados por una cabecera plana de bóveda estrellada. La primera, escasamente conocida y en muy mal estado, formaba la cabecera de la Epístola, pero hoy se halla oculta por una cúpula que algunos creyeron medieval, siendo sólo visible y fotografiable desde un cuatro trastero. En ella resultan sorprendentes los rostros humanoides barbados bajo las ménsulas, que habrán de ser analizados con detenimiento. Parece que ya se hallaba fundada en 1433, fecha del testamento de su patrono, quien, según nos cuenta Hipólito Sancho en su Introducción..., aparecía pintado en ella.

Jerez San Lucas Capilla Lorenzo Fernandez de Villavicencio

La segunda, intensamente restaurada, viene siendo tradicional e injustificadamente identificada con la ermita de la Paz, ya existente hacia 1430[26]. Pero hasta ahora ha pasado inadvertido un hecho a retener: la única capilla que fray Esteban Rallón (1666) menciona al describir la iglesia es la de "Lorenzo Fernández de Villavicencio, Alcaide perpetuo de los Alcázares Reales"[27]. Probablemente se trata del mismo personaje que fundó la capilla en San Lucas, tan similar a ésta, lo que nos da una pista importante sobre su cronología relativa.

 

3. CAPILLAS-QUBBA

Se trata de edificaciones netamente mudéjares, de planta cuadrada cubierta por cúpula sobre trompas de arista viva. Frecuentísimas en Sevilla (prácticamente es la única tipología de capilla hasta la construcción de la catedral), en Jerez comparten protagonismo con las del grupo que acabamos de señalar. Aunque no podemos descartar alguna influencia directa del círculo hispalense, en los casos jerezanos puede que el modelo se encontrara en la arquitectura almohade reutilizada. La mezquita mayor transformada en Colegiata, cuyas naves laterales se convierten en capillas funerarias, o la famosa mezquita del alcázar[28], son ejemplos significativos. Más abajo veremos otro.

3.1. Capilla de los Villacreces en San Mateo.

Ubicada en el lado de la Epístola del sector central de la nave, es una obra de mampostería rematada por una cornisa pétrea con trilóbulos tardogóticos. Es inusual que los paños sean doce en lugar de los ocho correspondientes a las cuatro trompas. Por otra parte, el que éstas no encajen correctamente en el muro es para Sancho indicio de que la capilla es posterior a la obra de la iglesia, comenzada a finales del XV.

Sin embargo, sospecho que el muro en el que se apoya se ha reaprovechado de una construcción anterior, de la que aún se conservan restos de algunos soportes. Los escudos de la portada con la heráldica de los Villacreces y los de la Cueva pudieron ser, al igual que la cornisa, añadidos tras el matrimonio de Esteban de Villacreces con Leonor de la Cueva (hacia mediados de siglo) y antes del fallecimiento de éste (1502).

3.2. Capilla bautismal de San Marcos.

Se encontraba a los pies del lado del Evangelio de la fábrica primitiva, aunque la actual, que amplía el perímetro del templo hacia poniente (lo que se manifiesta al observar el exterior del mismo desde el sur), la deja más centrada. Es sin duda la de mayor originalidad, por su planta poligonal cubierta por una bóveda dividida en gallones que albergan merlones escalonados. Se accede a ella a través de un arco que fue de herradura, enmarcado por alfiz, en cuyas impostas aparecen mocárabes de tratamiento similar a los de San Dionisio y Santo Domingo.

Una lectura atenta de Rallón[29] permite ahora afirmar que nos encontramos ante la capilla de Pedro Ignacio de Villavicencio. De momento no puedo establecer si se trata de un contemporáneo del historiador o del originario fundador de la capilla, ya que no he encontrado a ningún Pedro Ignacio en el árbol medieval de este linaje.

3.3. Capilla de los Cuéllares en San Marcos.

Es identificable gracias a Rallón[30] con la actual antesacristía, a oriente de la capilla de los Pesaños, abierta a la cabecera. Se trata de una qubba inusual por su planta rectangular.

3.4. Capilla de Santa Ana en San Lucas.

No es un espacio independiente, sino la cabecera del lado del Evangelio. Se trata de la única qubba jerezana con doble sistema de trompas (cuatro grandes y cuatro pequeñas), aunque alterada por la reforma dieciochesca del templo: dientes de sierra y puntas de diamante despiertan sospechas.

Jerez San Lucas Capilla Santa Ana

No sabemos a qué linaje perteneció, aunque la obra del profesor Sánchez Saus arroja alguna pista: pudo ser la de los Cuenca, o quizás la de los Dávila, que funcionó como sagrario. Pero de momento esto es mera conjetura.

3.5. Capillas de San Martín de Porres, Santa Catalina de Siena, San Juan Macías y Santo Tomás de Aquino, en el Convento de Santo Domingo.

No es nada inhabitual a lo largo de la Baja Edad Media la proliferación de sepulcros y capillas funerarias en los templos de franciscanos y dominicos. Antes al contrario, se trata de un fenómeno ampliamente contrastado a partir del siglo XIII. Lo que resulta extraño es que precisamente en el templo cuyo impresionante abovedamiento es obra del taller "gótico-mudéjar" que tantas capillas realizó en Jerez, no encontremos ni una sola de esta tipología, y sí tres pequeñas qubbas a un lado y otro de la parte de los pies de la gran nave principal, a las que hay que añadir la de San Martín de Porres, hoy cubierta por media naranja, pero muy posiblemente en origen similar a las otras, como parece indicar la herradura que dibuja el arco de ingreso. La explicación reside en la peculiar disposición medieval del edificio y el uso funerario de determinados espacios, que podemos conocer gracias a unas vistas de Jerez dibujadas por Anton Van den Wyngaerde[31] en 1567 y a un texto malinterpretado de Rallón[32].

En el lugar hoy ocupado por el extremo occidental de la nave del Rosario (el brazo vertical de la "T" que dibuja la planta) se levantaba, según Rallón, una mesquitilla (sic) de planta cuadrada, cúpula trasdosada y merlones. O sea, se trataba de una de las rábitas -especie de capilla y eremitorio- en forma de qubba que durante el periodo almohade proliferaron en las cercanías de las principales ciudades hispano-musulmanas, frecuentemente reutilizadas por los cristianos. Esto fue lo que ocurrió en Jerez: los dominicos aprovecharon una obra almohade como cabecera de su templo, añadiendo la modesta nave cubierta a dos aguas que se representa en los dibujos citados, que se encontraba justo donde se halla el actual convento, a un lado de la alameda Cristina. Cuando en 1430 se comienza la nueva e impresionante nave que hoy contemplamos, se levanta también la nave del Rosario para enlazarla con la primitiva capilla mayor, conocida a partir de ahora exclusivamente como capilla de San Pedro Mártir[33].

Sabemos que ya en 1407 tal capilla es propiedad de Pedro Vázquez de Meira, una de las cabezas de la primera facción antipetrista en Jerez y alcaide del alcázar. También que su hija Teresa Vázquez de Meira, revocando lo que había establecido en su testamento (1422), se mandó enterrar aquí. Si tenemos en cuenta que, en palabras del profesor Sánchez Saus, los Meiras conformaron "uno de los linajes de mayor representación del oscuro siglo XIV jerezano", podemos tomar este caso como un ejemplo -temprano para Jerez- de ocupación de un espacio preferente para convertirlo en panteón familiar.

Fallecida Teresa Vázquez de Meira, la capilla pasa a los Cabeza de Vaca, ya que esta señora se había casado con el que está considerado como el progenitor de este linaje en Jerez, Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Su hijo Pedro Fernández Cabeza de Vaca no se enterró allí, sino en la catedral de León, pero sí lo hizo su nieto homónimo, veinticuatro de Jerez (1469)[34]. Su bisnieto, Fernán Ruiz, fundará el entierro de su linaje en la capilla mayor de la colegiata de San Salvador (1509). Por lo tanto, esta capilla de San Pedro Mártir, ya sin funcionar como cabecera debido a la erección de un nuevo templo, va a ser a lo largo de todo el siglo XV panteón de la rama más prestigiosa del que era uno de los más importantes linajes del Jerez medieval.

Podemos concluir que fue precisamente la imitación de un modelo tan prestigioso (primero enterramiento de los Meiras y después de los Cabeza de Vaca) lo que llevó a adoptar la tipología qubba a la hora de realizar las pequeñas capillas construidas entre los contrafuertes.

 

4. CAPILLAS MAYORES

Señala el profesor Bango que "a lo largo del siglo XV el deseo de ubicar el sepulcro en el presbiterio lleva a los comitentes a crear suntuosas cabeceras que sirviesen de un mejor marco monumental. Con este fin se proyectan las iglesias con los presbiterios adecuados a esta finalidad o en las ya existentes no se duda en proceder a una radical transformación."[35] Así, de las tres capillas mayores "gótico-mudéjares" que se conservan en Jerez de la Frontera, sólo la de San Lucas parece no haber sido planteada con una especial suntuosidad. Sí las otras dos.

4.1. Capilla mayor de San Juan de los Caballeros.

Se trata de un profundo y monumental ábside pétreo de nueve paños precedidos por dos tramos, cubierto por bóvedas de crucería; los nervios se hallan flanqueados por dientes de sierra. Excesivamente restaurado en diferentes ocasiones, es preciso volver a recordar que, como señaló Sancho, las puertecillas "mudéjares" que aún hoy algunos admiran son decimonónicas.

Jerez San Juan de los Caballeros

Su carácter escenográfico y sus dimensiones hipertrofiadas en relación con el resto del templo (cuya altura era entonces menor que la actual) no admiten comparación posible con ningún otro presbiterio de parroquias medievales cordobesas, sevillanas o jerezanas, salvo -como acertadamente señaló Angulo[36]- con el de la Colegiata de San Hipólito de Córdoba, cubierto entre 1350 y 1389[37]. Recordemos que esta obra fue fundación de Alfonso XI, cuyos restos pudieron descansar allí durante algún tiempo antes de su traslado a la Catedral.

Todo lleva a pensar que nos encontramos ante una construcción patrocinada por algún linaje poderoso con fines funerarios, y a reparar en las laudas sepulcrales del malogrado Giraldo Gil Zacarías y de sus progenitores[38] que aún se conservan allí. Fue seguramente la madre, Juana Fernández Zacarías "la Dueña", que sobrevivió a esposo e hijo (su testamento data de 1463), quien realizó las lápidas. Si tenemos en cuenta que dispuso de una gran fortuna merced a la herencia de su marido, y que éste no era otro que nuestro viejo conocido Lorenzo Fernández de Villavicencio, el de las capillas en San Lucas y Santiago, no podemos dejar de sospechar que fue ella quién reedificó este gran ábside para dar lustre a la sepultura familiar[39].

 

4.2. Capilla mayor de Santo Domingo.

No se distingue del resto de la nave por sus mayores dimensiones, que no las tiene, sino por la extrema complicación de sus bóvedas "gótico-mudéjares", las cuales hacen pensar en una fecha muy tardía. Tal vez la explicación resida en que fue adaptada para ser enterramiento del famoso gobernador de Canarias Pedro de Vera y Mendoza, que la compró en 1502, y de sus descendientes.

Jerez Santo Domingo Capilla Mayor

Un documento de 1598 afirma que, con posterioridad a 1506, "el dicho convento deshizo (la capilla mayor) para la volver a reedificar y hazer de nuebo"[40]. Éste lo presentó Carlos García, interpretando que se refiere tan sólo "a las partes bajas, las gradas, que se sustituyeron por un corredor". Sin embargo, los términos utilizados (véase mi subrayado) parecen indicar sin género de duda que la obra afectó a las bóvedas. Por tanto, aunque las bóvedas "gótico-mudéjares" del templo sean del XV, hay que convenir que las de la capilla mayor sufrieron reformas en la primera mitad del siglo siguiente cuya intensidad resulta por el momento imposible de precisar. Ello explica la desaparición del angrelado y lo complicado de sus vistosas nervaduras, aún decoradas con arcaizantes dientes de sierra.

 

5. SIN CLASIFICAR

5.1. Capilla bajo la torre de la Atalaya en San Dionisio.

Se trata en realidad de la planta baja de la torre, por lo que no parece oportuno detenerse en ella.

5.2. Capilla del Cristo de las Aguas en San Dionisio.

Cubierta mediante crucería, no la incluyo en ningún grupo debido a lo profundamente alterada que se encuentra. Sancho, teniendo en cuenta a Rallón, afirmó que esta capilla es la de los Gatica, y aseguró que tal identificación la confirma la heráldica de su portada[41]. De este poco destacado linaje no nos han llegado datos suficientes.

Jerez San Dionisio Capilla Cristo Aguas

5.3. Capilla de los Tocino o "de la Jura" en San Juan.

Aunque la tradición ha querido identificarla con el lugar donde aconteció un suceso semilegendario en tiempos de Sancho IV, la lectura de Rallón no permite dudar a Hipólito Sancho que esta fue la capilla bajo la advocación de Santa Catalina patrimonio de los Tocino.

No la incluyo en los grupos anteriores porque tipológicamente enlaza con una serie de capillas sevillanas tardías en las que se funden el modelo qubba con las bóvedas estrelladas: sala capitular y sacristía de la Cartuja de las Cuevas, capilla de los Guzmanes en la parroquia de Huévar, etc. Sin embargo, las lacerías esculpidas en el nicho a Oriente que serviría de altar, enmarcándolo como alfiz, son netamente jerezanas. A destacar que la plementería es en esta ocasión de ladrillo.

Sancho afirma que del testamento de Andrés López Tocino, que él tuvo la oportunidad de manejar, se desprende que ya existía la capilla en 1404. Por su parte, Rallón aseguraba que ésta fue fundación de Andrés Martínez Tocino en 1504, dato hasta ahora no tenido en cuenta[42]. Lo sorprendente es que, según los estudios de Sánchez Saus, el primero de los personajes citados corresponde a finales del XV, mientras que el segundo (Andrés Martínez, Jurado de Jerez) fallece en 1405, un año después del testamento citado. Futuras investigaciones deben aclarar este enredo.


[1]D. ANGULO ÍÑIGUEZ: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII, XIV y XV, Sevilla, 1932, reed. 1983. El autor estudió los templos jerezanos de manera superficial y muy incompleta, dejando bien claro que lo que entonces escribía no era sino un cuaderno de notas que pudiera ser de utilidad a quien con más tiempo y exclusividad se dedicara a tal estudio. Aún así, realizó alguna aportación francamente sustanciosa.

[2]M. ESTEVE GUERRERO: Jerez de la Frontera (Guía oficial de arte), Jerez, 1933.

[3]H. SANCHO DE SOPRANIS: Introducción al estudio de la arquitectura en Xerez, Cuaderno de estudio nº 1 de la revista Guión, Jerez, 1934.

[4]Manuel Esteve cita esta obra en la segunda y más divulgada edición de su Guía oficial de arte (1952), pero no recoge ninguna de las aportaciones que el portuense allí realiza.

[5]C. GARCÍA PEÑA: Arquitectura gótica religiosa en la provincia de Cádiz. Diócesis de Jerez, leída en la Universidad Complutense de Madrid en 1990.

[6]E. DE LOS RÍOS: “La Historia del Arte en Jerez desde la Edad Media hasta el siglo XVII: Edad Media”, en Historia de Jerez de la Frontera, t. III, pp. 15-44, Cádiz, 1999.

[7]En el congreso Sevilla, 1248 (noviembre de 1998) he presentado la comunicación “En torno a la arquitectura gótica andaluza en el siglo XIII: el caso de Jerez de la Frontera”. Las actas se encuentran en prensa en el momento de escribir esta nota, como también lo está mi breve artículo, algo anterior, “En torno a la cronología del templo de San Dionisio de Jerez de la Frontera”.

[8]En ellos aparece con frecuencia la bóveda con combados, que se introduce en Andalucía de la mano de Juan Gil de Hontañón a partir de 1513. A. JIMÉNEZ MARTÍN e I. PÉREZ PEÑARANDA: Cartografía de la montaña hueca, Sevilla, 1997, pp. 51-57.

[9]A. JIMÉNEZ MARTÍN: "Obras de restauración en Vejer de la Frontera (1973-1977)", en Boletín del Museo de Cádiz n1 1, pp. 71-75. F. LÓPEZ VARGAS-MACHUCA: "El convento sevillano de Santiago de la Espada y sus enterramientos", en Actas del congreso Las Órdenes Militares en la Península Ibérica (Ciudad Real, 1996). Aún en prensa.

[10]J. C. RODRÍGUEZ ESTÉVEZ: Los canteros de la Catedral de Sevilla, Sevilla, 1998.

[11]Es decir, lo que Elie Lambert denominó en 1931 "la influencia de los monumentos franco-borgoñones en Cuenca, Sigüenza, Las Huelgas". E. LAMBERT: El arte gótico en España en los siglos XII y XIII, Madrid, 1985, pp. 153-195. Un punto de vista mucho más actualizado sobre las influencias francesas sobre el gótico castellano en H. KARGE: La Catedral de Burgos y la arquitectura del siglo XIII en Francia y España, Valladolid, 1995.

[12]R. CÓMEZ RAMOS: Las empresas artísticas de Alfonso X El Sabio, Sevilla, 1979, pp. 113-120.

[13]Según O'Callaghan la reconquista no tuvo lugar hasta 1266. J. F. O'CALLAGHAN: El Rey Sabio. El Reinado de Alfonso X de Castilla, Sevilla, 1996, pp. 231-233.

[14]M. A. JORDANO BARBUDO: Arquitectura medieval cristiana en Córdoba, Córdoba, 1996.

R. CÓMEZ descalifica esta tesis doctoral en “La introducción de la arquitectura gótica en Sevilla en el siglo XIII”, en el catálogo de la exposición Metropolis Totius Hispaniae, Sevilla, 1998, pp. 107-117.

[15] Conviene señalar que recientemente se ha puesto en duda la cronología establecida para el abovedamiento del refectorio de Santa María de Huerta, obra importante para entender el desarrollo del gótico en Córdoba y Jerez. Se venía aceptando la fecha de 1223, pero ahora parece que esta gran sala se cubre ya muy avanzado el siglo XIII. C. ABAD CASTRO: Catálogo de la exposición Monjes y Monasterios. El Císter en el medievo de Castilla y León, Valladolid, 1998, pp. 241-243 y 251.

[16] Véase especialmente B. PAVÓN MALDONADO: Jerez de la Frontera: Ciudad Medieval. Arte islámico y mudéjar, Madrid-Barcelona, 1981.

[17]I. BANGO TORVISO: "El espacio para enterramientos privilegiados en la arquitectura medieval española", en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.), vol.IV, pp. 93-132, 1992.

[18]M. GARCÍA GUZMÁN y J. ABELLÁN PÉREZ: La religiosidad de los jerezanos según sus testamentos (siglo XV), Cádiz, 1997, p. 73.

[19]Ob. Cit., p. 120.

[20]R. SÁNCHEZ SAUS: "La singularidad de Jerez a la luz del proceso de formación de su nobleza (siglos XIII al XV)" en Trivium nº 9, Jerez, 1997, p. 190.

[21]Idem: Linajes medievales de Jerez de la Frontera, 2 t., Sevilla, 1996. El segundo tomo presenta los árboles genealógicos e índices que nos van a conducir hasta los estudios históricos, linaje por linaje, del primero.

[22]Su correcta identificación la realizó al final de su vida H. SANCHO DE SOPRANIS: "El arte mudéjar en Jerez" en Actas del I congreso de estudios árabes e islámicos, Madrid, 1964, pp. 417-421. Hay que evitar seguir confundiéndola con la del Cristo de las Aguas, como hace DE LOS RIOS: ob. cit., p. 27.

[23]H. SANCHO DE SOPRANIS: Mariología medieval xericense, Jerez, 1973, págs. 21 y 22. Asegura poseer testimonio documental de la fecha, pero por desgracia no especificó -se trata de una obra editada póstumamente- la fuente de la que obtiene la misma, que se contradice parcialmente con lo que él mismo había escrito con anterioridad. Habida cuenta de que el historiador portuense era un ratón de biblioteca que tuvo acceso a multitud de documentos, hemos de dar cierto crédito a esta cronología.

[24]Sector que se cubre ya en el XVI, y no en el XIV, como aún algunos siguen afirmando. A los argumentos aportados por Sancho en su Introducción... quiero añadir otro: las bóvedas "de arpón" o "de medios terceletes" no se generalizan en la Península como cubrición de las naves principales de los templos hasta 1500, no apareciendo en ningún caso antes de 1450, como demuestra J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE ALDAZ: "La nave gótica de Leire: evidencias para una nueva cronología", en Archivo Español de Arte nº 253 (1991), pp. 39-53.

[25]ANGULO, que no conoció la capilla “de la Jura” en la que se halla el original en el que está inspirado (ver punto 5.3), lo creyó medieval: ob. cit., pp. 73-74.

[26]L. de GRANDALLANA Y ZAPATA: Noticia histórico-artística de algunos de los principales monumentos de Jerez, Jerez, 1885, pp. 29-33. Azcárate reproduce una fotografía de la capilla en su famoso manual, para incluirla dentro de lo que él denomina "arquitectura hispanoflamenca". J. M. AZCÁRATE: Arte Gótico en España, Madrid, 1990, p. 129-130. También aparece una fotografía en la citada Historia de Jerez de la Frontera, t. III, Cádiz, 1999; el pie de foto la data en este caso en el siglo XIII.

[27]E. RALLÓN: Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Xerez de la Frontera, tratado último, Jerez, 1926, p. 39.

[28]El estado de la cuestión sobre la misma en L. AGUILAR MOYA: “Jerez Islámico”, en Historia de Jerez de la Frontera, t. I, p. 234, Cádiz, 1999.

[29]RALLÓN: Historia de la muy noble y muy leal Xerez de la Frontera, tratado último, Jerez, 1926, p. 25.

[30]Ibídem.

[31] Pueden contemplarse en R. L. KAGAN: Ciudades del Siglo de Oro. Las vistas españolas de Anton Van den Wyngaerde, Madrid, 1986, dibujos Viena 13 y Londres 10ro.

[32]No había consultado Hipólito Sancho de Sopranis la ya mencionada Historia de Xerez del padre Rallón (1666) para escribir su Historia del Real Convento de Santo Domingo (1931). Sí lo hizo para su Introducción al estudio de la arquitectura en Xerez, afirmando que aquél cometía algunos dislates (sic) acerca de la historia del edificio, los cuales se cuidó de no especificar, pues no encajaban con lo que él había escrito en su Historia.

[33]Propuse esta nueva interpretación del edificio en "Un ejemplo de reutilización y asimilación de arquitectura almohade: la iglesia del Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera", en El Mediterráneo y el Arte Español. Actas del XI congreso del CEHA (Valencia, 1996), Valencia, 1998, pp. 27-30.

[34]F. de MESA XINETE: Historia de Xerez de la Frontera, Jerez, 1888, p. 97.

[35]Ob. cit., p. 129.

[36] Ob. cit., p. 71.

[37]JORDANO: ob. cit., pp. 143-149.

[38]La correcta identificación de los personajes representados la realizó Sancho de Sopranis bajo el seudónimo SENEX: "Las laudas góticas de San Juan de los caballeros en Xerez" en Guión n1 14, mayo 1935, Jerez, pp. 3-4.

[39]En su Introducción... Sancho data el ábside con anterioridad a 1400, en función de la construcción junto a éste de la Capilla de los Tocino o de la Jura. Sin embargo, en un artículo posterior llega a afirmar que cuando Doña Juana Fernández dicta su testamento éste había sido reedificado recientemente, y que se trata de una "obra retardataria que impone graves reservas en el estudio del mudéjar xericiense". SANCHO DE SOPRANIS: "Los genoveses en la región gaditano-xericiense de 1460 a 1800", en Hispania t. XVIII, Madrid, 1948, p. 262.

[40]Ob. cit., pp. 831-835 y 1575-1584.

[41]SANCHO DE SOPRANIS: "El arte mudéjar...".

[42]RALLÓN: ob. cit., pág. 21.