jueves, 28 de julio de 2022

Sobre las dimensiones de la aljama de Sharish

Últimamente se están lanzando teorías bastante desafortunadas sobre la arquitectura medieval de Jerez. Quienes lo hacen dicen que su intención es que la investigación avance, pero entiendo que para ello hay que partir de una metodología científica que tenga en cuenta todas las fuentes disponibles y las combine entre sí con sentido crítico. Lanzar por lanzarlas, sin contrastarlas o haciendo caso omiso de determinadas fuentes que están ahí pero no interesa sacar a la luz, manifiesta más bien ganas de llamar la atención, de crear polémica e incluso de menospreciar a otros investigadores. Dado que he tenido la desgracia de leer algunos desatinos sobre el tamaño de la aljama de Jerez de la Frontera, vayan aquí algunos fragmentos de un libro que espero publicar pronto.

Aprovecho para añadir una cosa: ignorar –o sea, no citar aun sabiendo que existen– las publicaciones de José Luis Repetto Betes sobre el Jerez andalusí, y por ende no solo no someterlas a análisis crítico, sino también escamotearlas ante los ojos del lector foráneo, me parece una de las dinámicas más censurables que han tenido lugar a lo largo de los últimos lustros por parte de personas que han publicado repetidamente en este ámbito de la investigación. Y son unas cuantas.

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Para empezar, es necesario dejar claro que nunca se han tenido dudas sobre la ubicación de ese edificio que, según las fuentes cristianas medievales, fue “mezquita principal” y pasó a convertirse en Colegiata de San Salvador. El Padre Repetto ya lo dejó clarísimo en 1987 afirmando que «tenía un patio de las purificaciones ocupando el perímetro de la moderna plaza de la Encarnación». Quizá no acertara al decir que «tendría su minarete en donde está hoy la torre de la catedral», toda vez que la torre es inconfundiblemente tardogótica y, al menos de momento, no se han encontrado rastros de un posible alminar en esa misma ubicación; pero sí supo reconocer esa crujía de la Casa del Abad como muro de cierre del patio o sahn. En fechas más cercanas, Juan Antonio Moreno Arana tuvo la oportunidad de demostrar documentalmente que tanto esa crujía como la perpendicular no eran sino dos de las galerías perimetrales del patio, extremo confirmado cuando en 2019 empezaron las obras de rehabilitación y aparecieron las arquerías escondidas bajo la piel barroca.


Tampoco había espacio para dudar sobre el lugar en que se encontraba la sala de oraciones, como pusieron en evidencia Javier Jiménez López de Eguileta y Pablo Pomar Rodil en 2014 en un trabajo en el que se recogía y analizaba críticamente todo lo que las fuentes documentales y la historiografía ofrecen sobre la colegiata medieval, esto es, la aljama reutilizada. Ya superadas las antiguas polémicas entre Manuel Esteve e Hipólito Sancho sobre la sustitución completa o no de la antigua aljama por una obra cristiana medieval, hoy hay acuerdo en que la mezquita debió de mantenerse en pie hasta finales del siglo XVII, pero conociendo muy sustanciales reformas que debieron de incluir, como mínimo, la adición de una capilla mayor. Esta sería probablemente, continúan los dos autores, de formas “gótico-mudéjares”: hay datos sobre la existencia de los dientes de sierra y las puntas de diamante características de este taller medieval jerezano. Se orientaría hacia el noreste, girando –como era habitual a la hora de cristianizar las mezquitas– un cuarto de vuelta en el sentido contrario al de las agujas del reloj con respecto a la orientación del muro de quibla, que era el que marcaba la dirección del rezo musulmán. Decisivo es el texto que Jiménez y Pomar recogen de Bartolomé Gutiérrez, quien en su Historia de Xerez de la Frontera, relataba que «El pasado año de 1755, estando haciendo, en la obra de la Iglesia Mayor nueva, todos los Panteones (…) se profundizaba la escabacion sobre el lado de la capilla del Baptistero, en que caía parte del Presviterio de la Iglesia antigua. En esta fosa se cortaron varios paredones de grueso ladrillo y otros rastros de otra mas antigua que la vieja iglesia derribada».

Con semejante testimonio, todas las piezas encajan. Si tenemos en cuenta que la capilla bautismal es la de los pies de la nave de la Epístola de la actual catedral –hoy se encuentra en ella la taquilla para la visita turística–, queda claro que la sala de oración ocuparía un espacio de la Plaza de la Encarnación que llegaría más o menos desde el reciente monumento a Juan Pablo II hasta la esquina del andén catedralicio, lugar donde arrancaría la primitiva capilla mayor cristiana. La quibla no estaría demasiado lejos: quizá se situase antes de llegar a la Puerta de la Encarnación. En caso contrario, esto es, en el de encontrarnos ante una sala de oraciones muy profunda, la capilla mayor medieval tendría que haber estado situada mucho más lejos de la torre, en dirección hacia el crucero de la catedral, pero tenemos el testimonio explícito de que esta se encontraba sobre la capilla bautismal, no más adelante. Tampoco parece nada probable que la sala de oraciones se extendiera por una zona de tan pronunciada pendiente.

(...) Alguien podría argüir que pudo ser el doble de ancha de lo que hoy vemos; que quizá la capilla bautismal no fuera la de los pies de la nave de la Epístola, sino de la del Evangelio –paralela a la calle Aire– y que, por tanto, el presunto alminar que se presuntamente se situaría donde la actual torre gótica estaría más o menos en la mitad de la crujía de cierre del patio, a la manera de lo que ocurre en la aljama de Córdoba o en la primitiva aljama de Sevilla. Lo cierto es que también podemos descartar plenamente esa hipótesis. Por un lado, no parece haber duda de que la capilla de los pies del lado derecho es la bautismal y su opuesta la de Ánimas (Repetto Betes, 1978, p. 178). Por otro, tenemos el testimonio del arranque del edificio barroco. Sus obras apenas comenzadas «ya hubieron de suspenderse porque se necesitaba el solar que ocupaban cinco casas contiguas a la Colegial antigua. Estas casas, situadas en la calle del Aire y por tanto en el solar que hoy ocupa el reducto alto de esa calle y la nave de capillas, pertenecían a diferentes dueños (…)» (Repetto Betes, 1978, p. 68). Si la aljama reconvertida en Colegial se hubiese extendido hasta la calle Aire no hubiera sido necesario hacerse con todos esos inmuebles, lo cuales –a su vez– tenían que contar con un espacio de separación con el templo. Las medidas solo cuadran si la mezquita llegaba hasta las actuales capillas de la nave de la Epístola. ¿Hacen falta más pruebas todavía? La planta del nuevo edificio que se planteó en 1685 costaba 120.000 ducados, mientras que la nueva -la que exigía derribar las casas- ascendía a 400.000 ducados, «lo que indica que su tamaño y su complejidad había igualmente subido considerablemente aumentando así su costo de producción.» (Repetto Betes, 1978, p. 68).


Por si fuera poco, tenemos también evidencias materiales. En el extremo derecho de las arquerías aparecidas en 2019, justo al lado de la torre, se percibe el arranque de un arco que daría comienzo a una crujía perpendicular a la anterior. Si prolongamos la dirección que marca ese arco llegamos al andén de la catedral, justo donde se cerraría la sala de oraciones y comenzaría el ábside que añadieron los cristianos. La torre gótica, por tanto, no se incrustó en medio de la galería más larga del patio de abluciones, sino que se apoyó en una esquina del mismo aprovechando unas solidísimas estructuras anteriores sobre las que luego volveremos. En definitiva, no puede haber más dudas en lo que a la longitud O-E de la aljama reconvertida en Colegial, y ya pocas caben en lo que a la distancia N-S –del patio al muro de la quibla– se refiere.

Estas reducidas dimensiones en principio chocan con el carácter de aljama, la de mezquita del rezo principal de los viernes, el cual implica dimensiones suficientes como para dar cabida a todos los varones de la ciudad. Ahora bien, la documentación cristiana no deja lugar a dudas de que cuando los musulmanes fueron expulsados, esta era la mezquita mayor. Solo había tres arcos en el lado mayor del patio. Si sumamos las dos galerías perimetrales –llamadas saquifas–, lo que tenemos es una mezquita de cinco naves.

Es el momento de acudir al único estudio completo, denso y riguroso sobre las mezquitas andalusíes realizado hasta la fecha: el de la profesora Susana Calvo editado en 2013. En él se constata que las aljamas de las grandes ciudades acostumbraban a tener más de cinco naves. Ibn Adabás en Sevilla –la primitiva aljama, recordémoslo una vez más– tenía nueve. Las de Mértola y Niebla sí que tenían cinco, como esta de Sharis. También la de Medina Azahara. De momento no sabemos si, como en aquellas, la central era más ancha: esperamos el estudio del arco que se conserva por la otra cara del muro, porque la que da actualmente a la calle ha sido ocultada por una portada barroca.

Las fuentes cristianas, por su parte, confirman lo angosto del edificio que los jerezanos utilizaron durante siglos como Colegial. No encajan dimensiones tan pobres para lo que parece fue mezquita en los últimos tiempos de Sharis, cuando ya esta era una urbe de envergadura y densamente poblada, hasta el punto de que los espacios vacíos que debió de dejar la nueva muralla en su interior fueron casi totalmente ocupados.

Hasta que algún día se realicen –es difícil que este deseo se haga realidad– nuevas prospecciones arqueológicas en la Plaza de la Encarnación no será posible conocer con seguridad la articulación interna del haram, aunque algo podemos decir sobre el número de tramos hasta llegar a la quibla. Javier Jiménez y Pablo Pomar recogen el testimonio de que el coro de la Colegial estaba entre los cuatro pilares centrales del edificio («y el coro está entre cuatro pilares que son que sustentan la iglesia», se escribía en un libro de visitas de 1443). Sabemos que el edificio cristianizado tuvo capillas laterales, siendo lo más probable que, como en la aljama almohade de Sevilla, estas se realizaran compartimentando el primer tramo tras el patio y el que antecedía a la quibla. El resultado son cinco tramos de sala de oración, mismo número que el de naves: a la postre, el haram tendría una planta sensiblemente cuadrada.

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